La familia, un lugar privilegiado "para descubrir la vocación del verdadero amor"

Miguel Ángel Martínez, delegado de Familia de la diócesis de Asidonia-Jerez, asegura que se necesita acompañar a las familias en sus problemas concretos "sin grandes fórmulas"

Redacción Religión

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“Todos tenemos una vocación primordial, que es la vocación al amor”. Así lo ha explicado en el programa Ecclesia al Día de TRECE, Miguel Ángel Martínez, delegado de Familia y Defensa de la Vida de la diócesis de Asidonia-Jerez. Junto con los delegados de Familia de las demás diócesis españoles, ha participado en Madrid del encuentro anual organizado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida en torno al tema «La familia, escuela de discernimiento vocacional».

Y es que la familia es uno de los temas prioritarios para la Iglesia, y en este sentido también como Escuela de Discernimiento Vocacional. “Somos los administradores cuidadosos del don de la familia. Por eso, haciéndonos eco de las palabras del Papa Francisco en Amoris Laetitia, se nos invita a hacernos custodios de esta gran misión y este gran trabajo, sabiendo y siendo conocedores de que todos tenemos una vocación primordial, que es la vocación al amor, y que la felicidad en esta tierra está en dar cumplimiento a la vocación a la que todos somos llamados y que nuestros hijos puedan ir descubriendo a través de ese acompañamiento, ese discernimiento”.

Un estado de vida concreto

El delegado ha destacado que la familia es “un lugar privilegiado para, para ayudar y descubrir esa vocación al amor en general y hacer feliz a través de un estado de vida concreto”.

Por otro lado, en estas Jornadas se han abordado los Itinerarios catecumenanles para la vida matrimonial. Unas orientaciones pastorales para las iglesias particulares cuya implantación “es un gran objetivo que para finales de 2023, que se potenciará en la que será la segunda semana del matrimonio, entre el 13 y 19 de febrero. Todo ello con el foco puesto en las familias, en sus situaciones particulares que necesitan ser acompañadas y acogidas. La pastoral necesita de eso, no de recetas comunes para todo, grandes planes pastorales que sirva para todo el mundo. Porque es cierto que cada vez la sociedad es más distinta, cada vez los problemas requieren un acompañamiento más particular, más personal, y eso requiere mucha cintura de todos nosotros, de todos los que estamos trabajando en este campo tan precioso y tan necesario para nuestra Iglesia y para la sociedad en general”.