La Iglesia asturiana muestra el valor de su patrimonio a través de la iniciativa ‘Parroquias con mucho Arte’

Todas las obras mostradas durante estos meses en los medios de la archidiócesis de Oviedo han sido restauradas recientemente para apreciar su valor

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La archidiócesis de Oviedo lleva a cabo desde hace meses una campaña en la que da a conocer el rico patrimonio con el que cuenta toda la Iglesia asturiana. Es por ello que a través de ‘Parroquias con mucho Arte’ publican mensualmente una serie de elementos patrimoniales de gran valor artístico que se encuentran enmarcados en diferentes puntos de la diócesis para promocionar su popularidad. Todas estas obras tienen en común que han sido restauradas recientemente para el disfrute de los diocesanos asturianos.

Entre otros lugares podemos encontrar la iglesia de Santa María de Celón, en Allande. Tiene un estilo románico y es un templo de una sola nave construido entre los siglos XII y XIII cuyo presbiterio conserva una excepcional decoración pictórica mural realizada en el siglo XVI. En las paredes y bóveda se representan escenas de La Coronación de la Virgen María y La Pasión y Resurrección de Cristo. Su autor, anónimo, es reconocido como El Maestro de Celón, un artista clave en el ámbito de la pintura mural asturiana que desarrolló su actividad en el suroccidente asturiano en la primera mitad del siglo XVI, una época en la que la pintura mural es el principal método decorativo de los edificios religiosos.

Otra de las obras que se dan a conocer es la capilla y retablo de San Antonio de Carrea, en Teverga. Se trata de un retablo barroco, de autor anónimo y datado entre los siglos XVII-XVIII. A pesar de estar incompleto, conserva la hornacina central, decorada con policromías variadas y coloridas, en tonos dorados, blancos, rojos y verdes y los temas utilizados son preferentemente vegetales, florales y marmoleados. Las esculturas en relieve conservadas representan un ave con racimo de vid en el pico, y la cabeza de un ángel.

Imagen de Santa Marina

La imagen de Santa Marina, ubicada en la capilla de Yerbo, en Tineo, es una talla de madera policromada, procedente de un taller local, fechada entre los siglos XIII y XIV y que responde a una estética románica arcaizante con características que apuntan al gótico inicial. La santa se representa con las manos juntas en actitud orante, con los cabellos descubiertos y coronada, como corresponde a su condición de Virgen y Mártir. La posición erguida y rígida del cuerpo contrasta con la plácida sonrisa del rostro que preludia la voluntad de humanizar la representación de las imágenes, característica del gótico. El atributo iconográfico que la acompaña es el monstruo o figura demoníaca bajo los pies. Santa Marina fue una mártir hispana del siglo II condenada a morir decapitada cuya leyenda piadosa se confunde con la de Santa Margarita de Antioquía, devorada por Satán en forma de dragón, de cuyo vientre salió triunfante armada con un crucifijo. Por ello se representa con un dragón simbólico sobre el que triunfa mediante la plegaria.

Por otro lado nos descubren la imagen del Santo Cristo de Borreras, en Salas. Se trata de una talla de madera pintada de 107 cm de altura y 063-024 cm de anchura, datada en el siglo XIX y de autor desconocido. Sustituye otra imagen más antigua, perdida, al igual que el retablo que ocupaba la cabecera de la capilla. La imagen presentaba cierto deterioro, con problemas de debilidad estructural, repintes y reintegraciones volumétricas desafortunadas, y afección de xilófagos.

Retablos de Noreña

Los retablos de la Virgen del Carmen y de La Inmaculada de la iglesia de Noreña son dos auténticas joyas. El de la primera es un retablo rococó en madera policromada realizado en torno al año 1740. Fue traslado a Noreña en 1948 desde la arruinada iglesia vallisoletana de San Pedro de Torrelobatón. Se trata de un retablo de gran calidad, tanto en la talla como en la policromía, características del Rococó hispano, con líneas arquitectónicas muy definidas y ornamentos como peinetas, conchas y motivos vegetales. El dorado está enriquecido con decoraciones grabadas sobre yeso que emulan los trabajos de orfebrería y la mesa de altar está decorada con el característico jaspeado del setecientos.

Por su parte, el retablo de La Inmaculada, en la nave derecha, es una obra historicista, de estética Rococó, imitando el retablo de la Virgen del Carmen. Fue realizado en 1951 por el Taller de Arte Sacro de Santiago de Compostela y es una pieza de gran calidad, tanto en materiales como en la talla y el dorado. Ambos retablos, en mayor o menor medida presentaban problemas de estabilidad estructural, pérdidas de policromía, desprendimientos y estaban afectados por la acción de los xilófagos.