Jesús Higueras, el párroco de la iglesia donde comulgan 36.000 personas al mes
Don Jesús Higueras es el párroco de la iglesia de Santa María de Caná donde comulgan cada semana unas 9.000 personas
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El sonido de los cientos de personas al levantarse, suena más fuerte que la campana que avisa de que da comienzo la Eucaristía. En la parroquia de Santa María de Caná, cuando empieza la misa, ya no cabe ni un alma. Pero lo que más choca es el ambiente que se respira. No se trata de llenar la iglesia, sino de lo que ocurre en el altar que preside don Jesús Higueras en la misa de 13.30.
La Iglesia se sitúa en Pozuelo de Alarcón a las afueras de Madrid. Cada semana, cientos de personas acuden la celebración dominical, pero es que también lo hacen cada día: a confesarse, rezar, recibir formación... Si consigues mirar al rededor en la misa del domingo, entre tanta gente, te darás cuenta que salta a la vista la cantidad de gente joven que te rodea.
Don Jesús es el encargado de que este fenómeno -o mejor dicho, que la mayor gente posible pueda conocer a Cristo- ocurra. Pero él mismo se describe como "un pobre hombre" y explica que fuera de la parroquia es una persona muy tímida. A pesar de ello, cada domingo se dirige a cientos de personas en una parroquia abarrotada: "Como soy pastor tengo que cumplir lo que dios me pide".
No es una obligación ir a la parroquia
Cada mes comulgan en Santa María de Caná 36.000 personas. Una cifra que echa por tierra cualquier estadística. ¿El secreto? Que don Jesús -como le conocen en la parroquia- siempre ha tenido "sacerdotes fantásticos". "Hay muy buen ambiente, mucha alegría, muchos jóvenes, matrimonios, gente que hace apostolado. Tratamos que la gente se sienta acogida y querida. Intentamos proponer el evangelio en clave positiva".
"El error a veces es pensar que la gente tiene que venir, que tiene que estar y ser obediente. La gente ya no es así, la gente no quiere venir para que les regañen. Vienen a encontrarse con Dios. Tenemos que cambiar y tener una mentalidad como la que tenía nuestro Señor Jesucristo, que hacía lo que fuera para hacerse entender".
El primer mandamiento: escuchar
Cuando don Jesús termina de leer el evangelio, nadie le quita el ojo de encima mientras predica. Habla de forma sencilla, normal... y la gente le escucha. Asegura que es un don de Dios. "Él me utiliza como instrumento y yo disfruto, me gusta predicar y estar con la gente. Por otro lado es una responsabilidad. Dios ha querido que esté donde hay mucha gente, y por eso me lo tomo muy en serio".
Aún así lo que más le gusta de ser sacerdote es estar con las personas que sufren, donde está "la cruz". Confiesa ocho horas diarias y dice que la clave para que una parroquia funcione es "escuchar". "Si yo voy a contar mi rollo y lo que ya sé, al final aburres. Sin embargo, si tú vas a saciar una sed, ahí es donde la palabra de Cristo llega. Es escuchar la misma vida, saber lo que pasa".
Las debilidades de la Iglesia
Los datos y la experiencia nos dicen que el mensaje del evangelio no cala en nuestra sociedad de hoy. Solo hay que "escuchar" para saberlo y él mismo reconoce que "la Iglesia la componemos seres humanos que fallamos. Que tenemos las mismas debilidades que todos los demás. Nos hemos equivocado en ir de listos, en ir de buenos, en ir de superiores y yo creo que nosotros ofrecemos un 'producto' que se llama Jesús de Nazaret. Dios no tiene la culpa de nuestros pecados. Compensa conocerle, compensa tratarle, no quita nada y lo da todo".
"Cuando el joven ve que algo no es auténtico se va. Hay que ser honestos, ser auténticos, vivir lo que predicamos, rezar, ser un buen ejemplo... Si una persona es escuchada, es comprendida y acompañada; esa persona camina con la Iglesia".
Pero los que tenemos que 'evangelizar' somos nosotros los laicos. Don Jesús tiene claro que lo tenemos más fácil que los sacerdotes. "Los que están en la calle son los que hacéis la Iglesia de verdad". y de paso, dos consejos: ser muy auténticos y querer a los demás.