Lecturas para el XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
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La salvación no solo es para los judíos sino para todos los hombres de cualquier raza, pueblo o nación. Así, la 1 lect. de hoy nos presenta la curación de Naamán, un sirio de religión pagana, que, curado de la lepra por el profeta Eliseo, se convirtió al único Dios verdadero, el Dios de Israel; lo alabó e hizo el propósito de no ofrecer ya más sacrificios a otros dioses. De manera análoga, el samaritano del Ev., curado por Jesús, junto con otros nueve que eran judíos, fue el único capaz de volver a Jesús dándole gracias; y esa fe, así expresada, le alcanzó la salvación. En la eucaristía de hoy debemos alabar al Señor y bendecirlo por habernos limpiado no ya de la lepra, bañándonos siete veces en el río Jordán como Naamán, sino del pecado en las aguas del bautismo.
(Comentario del Calendario Litúrgico-Pastoral 2018-2019).
Aleluya, aleluya, aleluya
Dad gracias en toda ocasión:
esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros.
Lc 17, 11-19. ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?
Una vez, yendo camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes". Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?", Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".
Otras lecturas del día:
? 2 Re 5, 14-17. Volvió Naamán al hombre de Dios y alabó al Señor.
? Sal 97. El Señor revela a las naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
? 2 Tim 2, 8-13. Si perseveramos, también reinaremos con Cristo.