Los movimientos rurales cristianos exponen las ventajas y perjuicios de vivir en el campo durante la pandemia

Con motivo del Día del Mundo Rural que se celebra este 15 de mayo, los vecinos relatan cómo ha sido la vida en el campo en tiempos de covid en la difusión de varios vídeos

Los movimientos rurales cristianos exponen las ventajas y perjuicios de vivir en el campo durante la pandemia

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El día 15 de mayo es San Isidro Labrador, jornada festiva en Madrid. Pero es también el Día del Mundo Rural. Una jornada que sirve para reivindicar las bondades de una vida en el campo y en los pueblos. Muchos de estos municipios ubicados en zonas rurales están en peligro de extinción como consecuencia de la creciente despoblación.

La pandemia también ha afectado a estos espacios verdes, aunque no solo de manera negativa. Si bien es cierto que muchos vecinos denuncian los recortes en servicios elementales como el de salud, es cierto que la huida de muchas familias al medio rural como refugio frente a la covid, han revitalizado muchos pueblos que estaban prácticamente deshabitados. Además, las restricciones han sido algo más flexibles, gracias a los grandes espacios al aire libre que posibilita el campo.

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Para celebrar esta jornada, el Movimiento Rural Cristiano y el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos, han difundido varios vídeos para visibilizar los problemas y las ventajas de convivir en los pequeños pueblos.

Entre las ventajas, los vecinos destacan la cercanía y unas restricciones más flexibles

Entre los aspectos positivos, habitantes del medio rural destacan una mejor calidad respecto a la vida de ciudad, siendo el motivo por el que muchas personas se han venido a vivir a los pueblos en el primer confinamiento. Padres e hijos acudieron a la segunda vivienda del pueblo y otros muchos a teletrabajar. En el verano se notó una mayor afluencia de personas. En el segundo confinamiento también acudieron, pero los niños acudieron menos, porque las clases pretendían comenzar.

Por otro lado, y también relacionado con lo laboral, numerosas empresas han descubierto que sus trabajadores pueden realizar su trabajo desde sus casas y no son pocas las personas que han decidido confinarse en los pueblos para realizarlo desde allí. Incluso en algunos pueblos se ha vuelto a abrir la escuela, al contar con niños en edad escolar que han venido a vivir a ellos por la pandemia y posibilitado por el teletrabajo.

Sin duda, la hermandad entre los vecinos es mayor en los pueblos. Se valoran más las pequeñas cosas, como la preocupación hacia los mayores. La desescalada tras el confinamiento también fue diferente respecto a las urbes. Los horarios han sido más flexibles. Al tener el campo a un paso, la mascarilla ha sido más llevadera, pudiendo prescindir de ella durante los paseos y los espacios abiertos han facilitado que los vecinos se sintieran más liberados.

Como no puede ser de otra manera, la Iglesia, a través de las parroquias, han colaborado en hacer más llevadero estos momentos complicados que hemos vivido como consecuencia de la covid-19. De esta manera, han puesto a disposición de la gente sus medios, tanto personales como económicos, participando en grupos de voluntarios. Las celebraciones y oraciones se han realizado por videoconferencia, lo que ha posibilitado el seguir celebrando eucaristías y oraciones comunes.

Los aspectos negativos: mayor desigualdad, recortes en determinados servicios...

Pero por desgracia no todo es positivo, y el Movimiento Rural cristiano y el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos también han sacado a relucir en los vídeos la parte negativa, que tiene que ver con los recortes en determinados servicios esenciales.

Por ejemplo, denuncian que se han instituido las consultas médicas por teléfono, lo que puede acelerar que este servicio público se realice así, con evidente perjuicio para las personas de los pueblos que no tienen un servicio continuado.

Han llegado personas al Mundo Rural como refugio en la pandemia, pero no tienen alma rural y no viven los valores de la convivencia, la cercanía, valorar lo pequeño, la historia y costumbres rurales, lo que distorsiona la vida de los pueblos, intentando, algunas veces sin querer, otras intencionadamente, cambiar nuestra forma de ver la vida, de relacionarnos, de ayudarnos, etc.

Ha aumentado la desigualdad, entre las familias, por las distintas condiciones de los alojamientos, hacinamientos en algunos casos, imposibilidad de aislamiento en caso de infecciones del coronavirus…

Las estructuras comunitarias que forman parte de la forma de ser y vivir en los pueblos, han recibido un golpe grande al no poderse juntar: Obras de teatro, trabajos comunitarios, reuniones culturales, etc.

También en el ámbito eclesial no todo ha sido positivo, ya que muchos vecinos no han podido asistir a las celebraciones religiosas o sociales que la parroquia propiciaba: funerales, comuniones, confirmaciones, misas, reuniones, fiestas locales, que son muchas veces el alma del pueblo, en las que se fraguan relaciones sociales, la vida del pueblo…

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