María José Tuñón: La sinodalidad “tiñe con sabor a Evangelio todos nuestros pasos”

La directora de la Comisión para la Vida Consagrada de la CEE y miembro del equipo sinodal recorre con ECCLESIA las claves del proceso sinodal

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Sara de la Torre

Publicado el - Actualizado

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“Esta jornada es un día de acción de gracias, sí, se puede decir, que el Pueblo de Dios, que peregrina en España, nos disponemos a compartir, la andadura de estos cortos meses de la etapa continental sinodal, que terminará en la asamblea Continental de Praga los días 5 al 10 de Febrero, con el salmista, hemos de decir, ¡qué bueno que los hermanos y hermanas, caminen juntos!”.

Con esta actitud de esperanza e ilusión por todo lo recorrido, María José Tuñón ACI, miembro del Equipo Sinodal de la CEE ha explicado para ECCLESIA las claves del encuentro final de preparación de los trabajos para la Asamblea continental que se cecelbra este 28 de enero en la sede de Añastro.

"Nos costaba pronunciarlo"

“Es la expresión que me queda, como humilde testigo, en este recorrido, a través de mi compartir con el equipo”, explica. La sinodalidad, empezó a ser conocida, “como algo que casi nos costaba pronunciar, y nos queda realmente trabajo para que forme parte de nuestro talante connatural, como bautizados corresponsables, como se nos devolvió en el Documento Continental”, pero en este segundo momento “podemos decir que nos ha alentado e iluminado, para seguir en el proceso de hacerlo más nuestro y afirmar que no es una «moda»”.

Iglesia en salida y en escucha

Por eso la directora de la Comisión para la Vida Consagrada de la CEE recuerda que este proceso “nos ha descubierto un caudal inagotable, de fraternidad que nos lanza a más y más”, y nos ha puesto al “descubierto”, que es el camino “para avanzar en la construcción y cooperación, de la Iglesia en salida, como tantas veces nos recuerda el Papa Francisco, una Iglesia a la escucha del Espíritu”. Por todo ello, “hay que ir dejando que Él inspire y guie nuestra decisiones y opciones, para que el mensaje de Jesús —la misión— sea la que tiña con sabor a Evangelio todos nuestros pasos, y nos ayude a dejar a tras las individualidades y protagonismos, que nos autoengañan, con pedestales y arrogancias”.

Por último, la religiosa expresa un ruego con el que resume el sentir de este proceso: "¡Ojalá caminemos juntos, sintamos la urgencia de conversión personal y comunitaria, y avancemos en participación, comunión y en la alegría del conocimiento interno de Jesús, que nos lleva al Padre, nos hace hijos y hermanos, y no deja de remitirnos al “nosotros”, en lo cotidiano de cada día.