Miguel Payá, el sacerdote de Valencia asesinado por odio a la fe en los años 30 que podría ser beatificado

Roma ya dispone de la documentación necesaria para examinar la posible beatificación de este mártir junto a sus noventa compañeros religiosos y laicos

Miguel Payá, el sacerdote de Valencia asesinado por odio a la fe en los años 30 que podría ser beatificado

Redacción Religión

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La Archidiócesis de Valencia ha entregado a Roma el proceso diocesano para beatificar al Padre Miguel Payá Alonso de Medina y a sus noventa compañeros integrado por sacerdotes, religiosos y seglares, todos ellos mártires de la persecución religiosa que vivió España en la década de los años treinta.

El proceso ha sido entregado en la Congregación de las Causas de los Santos del Vaticano, donde tendrá que comenzar la fase romana por el que se examina la documentación y la elaboración de la Positio.

Miguel Payá Alonso, el deán de la Catedral de Valencia que fue asesinado en Paterna

Miguel Payá Alonso de Medina fue vicario general y deán de la Catedral de Valencia. Nació en la localidad alicantina de Onil el 8 de noviembre de 1859. Hijo de una familia cristiana compuesta por José Ramón y Teresa, tuvo dos hermanos: María Pilar y José María. Miguel fue bautizado el mismo día de su nacimiento.

El Señor sembró en su corazón la vocación hacia el sacerdocio. Se plantea comentárselo a sus padres, y no dudaron en aceptarlo con gusto e incluso con admiración hacia su hijo. Fue ordenado sacerdote en 1883.

Era sobrino del cardenal Miguel Payá, quien fue nombrado arzobispo de Santiago, por lo que decidió acompañarle durante el periplo compostelano. Miguel Payá Alonso contaba con sólidos principios morales que, unido a su bondad, fue aceptado por el clero gallego y además admirado.

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Luego, su tío es trasladado a Toledo en 1886, por lo que volvió a seguir sus pasos como capellán de Reyes y Arcipreste de la Catedral Primada, y también allí fue nombrado Vicario Capitular, en cuyo cargo, como en Santiago, dio muestras de sus admirables condiciones en el cumplimiento de su deber.

Fue un sacerdote bondadoso y humilde, trabajador incansable. En Toledo ejerció el ministerio durante veinte años ganándose el prestigio y la admiración de su Iglesia. En 1914 el arzobispo Menéndez Conde, a quien había conocido como auxiliar en Toledo, ahora arzobispo de Valencia, le llama y le nombra enseguida Vicario General, cargo que ejerció durante 22 años de forma ininterrumpida, que compaginó con su tarea como Deán de la Catedral.

Cuando estalló la Guerra Civil Española y se inició la persecución religiosa, residía en la plaza san Luís Bertrán. Pronto fue amenazado por los enemigos de la Iglesia y se trasladó a la plaza Conde de Carlet, a casa de unos familiares. Allí creyó que estaba seguro.

Una noche, por descuido, sus familiares dejaron en el piso una luz encendida, por lo que las milicias irrumpieron la vivienda deteniendo violentamente a todos sus habitantes. Al identificar al señor deán y vicario general decidieron “pasearle” cuanto antes.

Miguel Payá profesaba una gran devoción a la Santísima Virgen de los Desamparados y eso le daba fuerza y ánimo ante los atropellos que se le venían encima. Decidieron darle muerte en Paterna.

Antes de morir, rezó mucho al Señor para que le recibiera en su regazo y como todos los mártires murió rezando, perdonando y sufriendo. Encontraron su cadáver en una cuneta de la carretera de Paterna el 8 de diciembre de 1936. Con él fueron martirizadas también las dos ancianas que le asistían. Sus restos fueron trasladados al cementerio de Onil y allí fueron inhumados. Tenía 76 años.