6 de noviembre: memoria de Emilia Fernández, la Canastera

La Iglesia en España conmemora en una sola celebración a todos los Santos y Beatos Mártires que murieron durante la persecución religiosa entre los años 1931 y 1939

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El 6 de noviembre La Iglesia en España conmemora en una sola celebración a todos los Santos y Beatos Mártires que murieron durante la persecución religiosa entre los años 1931 y 1939. Entre ellos a Emilia Fernández, la canastera, primera beata gitana. El Departamento de Pastoral con los Gitanos prepara un cómic sobre su vida.

Emilia Fernández Rodríguez era una joven gitana procedente de las cuevas de Tíjola (Almería), recién casada y embarazada, cuando estando en plena guerra civil española los militares fueron a por su marido para formar parte de filas. Ella se ingenió aplicarle un ungüento en los ojos para dejarlo ciego por un tiempo y así poder librar su reclutamiento. Pero se descubrió el engaño y quedaron arrestados los dos. Ella ingresó en la prisión “Gachas colorás” de Almería en 1938, tenía 19 años. Condenada a seis años de cárcel, su marido Juan, condenado a cinco años.

Emilia estaba embarazada, se encontraba por primera vez presa entre no gitanos. Y en ese ambiente es cuando descubrió la amistad y la belleza de la fe. Y que las otras presas, castellanas, (no gitanas) eran buenas personas, que se respetaban y trataban bien entre sí y también a ella, que era gitana.

Una de las presas, María de los Ángeles Roda, (una de las principales testigos de la que tenemos su testimonio presencial) recuerda su llegada: Estaba cayendo la tarde cuando llegó un camión con guardias y varios presos; entre ellos se encontraba Emilia. Venía embarazada y dos señoras, llamadas Lola del Olmo y Antolina Miró, se acercaron a ella para ayudarla.

Emilia llegó a la prisión desolada. Y no era para menos: recién casada, detenida como una delincuente, separada de su marido, embarazada, en la cárcel, sin nadie conocido y rodeada de castellanas. No había gitanas como ella. Así que se aproximó a un jergón que había en un ángulo y se puso a llorar. Dolores del Olmo, que tenía una edad parecida a la de Emilia se le acercó y le intentó consolar. Será el inicio de una amistad, y con el paso de los meses de un auténtico cambio y conversión.

El rosario se fue convirtiendo en un camino de auténtica transformación de Emilia. Conforme Emilia se fue haciendo amiga de Dolores y de las demás y rezaba todas las tardes con ellas, volvió a ser la joven alegre, pero ahora su alegría era distinta.

Pilar Salmerón, la funcionaria de la prisión, se dio cuenta de que la gitana Emilia había aprendido a rezar y rezaba a diario el rosario ¿Quién le habría enseñado? Dolores del Olmo en su declaración dice que ella enseñó a rezar a Emilia a petición suya, “que estos hechos llegaron a oídos de la Jefa de la prisión y que al tener conocimiento de este hecho llamó a la repetida Emilia y le propuso que si le decía quien le había enseñado a rezar y la delataba ante un tribunal la pondría en libertad y sería debidamente atendida dado su estado avanzado de embarazo".

Continúa Dolores del Olmo: “esta muchacha a pesar de las falsas promesas de Pilar Salmerón y que ella creía ciertas se negó en absoluto a delatar a la que le había enseñado a rezar, sin tomar en cuenta su estado la recluyó en una celda dejándole en el mayor abandono muriendo a consecuencia de esto a los ochos días».

Dio a luz en un jergón de esparto. No tuvo ningún tipo de asistencia médica. Nació Ángeles, siendo bautizada por sus compañeras de prisión. Ella volvió al hospital y como seguía sin querer delatar a su catequista, volvió a ser puesta en la celda de castigo. Por su debilidad fue conducida de nuevo al hospital donde falleció abandonada y sola. Emilia aprendió la caridad cristiana. Había comenzado a entender lo que ya había rezado numerosas veces en los misterios dolorosos del Rosario. Dios nos quiere. Nos ha creado por amor. Nos perdona. El sufrimiento tiene sentido.