El obispo Herrero invita en la jornada Pro Orantibus a "no olvidarse de los monasterios y acercarse a ellos"
Desde el Monasterio de la Trapa, en Palencia, el prelado ha recordado el lema de esta jornada «La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal
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“Acérquense a los monasterios, porque aquí “podemos encontrar el silencio para escuchar a Áquel que habla desde el interior”. Con estas palabras, el obispo de Palencia, Manuel Herrero, ha invitado en esta jornada Pro Orantibus, que la Iglesia celebra en la solemnidad de la Santísima Trinidad, “a acercarnos a los monjes y monjas que nos esperan con sus puertas abiertas”.
En una celebración concelebrada por el presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y obispo de León, Luis Ángel de las Heras, desde el Monasterio de la Trapa, en Palencia, el prelado ha recordado el lema de esta jornada
Testigos de la luz
“Aquellos que lo han dejado todo para contemplar al Señor, se convierten en testigos de la luz y pueden ofrecer al pueblo de Dios su «misteriosa fecundidad» en clave de crecimiento sinodal”, ha explicado el obispo.
Por eso, la vida de nuestra Iglesia “está imbuida de este Misterio del que siempre debemos dejarnos impregnar, como hijos que viven no de espalda al mundo, sino cumpliendo la voluntad de Dios”.
Una forma de vivir “que no es impersonal, sino que cada uno de nosotros implicándonos y desabriendo esa voluntad, llevándola a cabo dentro de la Iglesia”.
Fiesta sinodal
Herrero ha recordado “la gran fiesta sinodal” que se vivió este 11 de junio en Madrid, con la celebración de la asamblea que puso “punto y seguido” al proceso del Sínodo en España. “Ahora mas que nunca en este proceso sinodal, comunión y acción para llevar a cabo el plan de salvación del hombre, que quiere que toda la creación sea reflejo de su gloria”.
La "gloria de la Iglesia"
A los contemplativos, el obispo les ha dicho que son “la gloria de la iglesia, ese rostro que se nos muestra no solo para gozo vuestro, sino para reflejarlo a toda la humanidad comenzando por todos vuestros hermanos con vuestra oración, trabajo, y silencio”. Un reflejo “del Dios del amor, de un Dios que vive en comunión y participa y comparte la misión”, ha concluido.