El patrimonio de la Iglesia "siempre nos hablará de una fe, de una historia de creencias"

Pablo Delclaux, director de la Subcomisión de Patrimonio Cultural de la CEE, explica en ECCLESIA "el valor cultural y económico" del patrimonio que conserva y cuida la Iglesia

El patrimonio de la Iglesia "siempre nos hablará de una fe, de una historia de creencias"

Sara de la Torre

Publicado el - Actualizado

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"Una experiencia muy positiva en todos los sentidos". Así ha relatado para ECCLESIA, Pablo Delclaux, director de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal Española, el balance de las Jornadas sobre patrimonio eclesiástico y desarrollo local que este año se trasladaron al Museo diocesano de Barbastro-Monzón.

El programa de este encuentro, que concluyó el 30 de junio, se articuló en torno a cinco ponencias y distintas comunicaciones que permitieron analizar, desde distintos enfoques, el patrimonio eclesiástico y el desarrollo local. "Nos hemos reunido en estas Jornadas gestores de Patrimonio Cultural de la Iglesia en España para tratar el problema de la despoblación y el Patrimonio. Esto supone que hemos aprendido mucho de las ponencias del congreso y que hemos compartido impresiones constructivas entre los delegados".

En las jornadas participaron el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo y el el presidente de la subcomisión, el obispo de Albacete, Ángel Fernández Collado.

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¿Un proyecto turístico o de evangelización?

Uno de los temas que más se han desarrollado ha sido el de valorar el patrimonio de la Iglesia como proyecto turístico y evangelización. En este aspecto, Delclaux afirma que "somos plenamente conscientes de que el patrimonio religioso fue creado con una finalidad concreta que es la celebración del Misterio y la evangelización; que tiene un importante valor cultural; y que, sobre todo, antes que nada, son las personas".

De esta forma, si combinamos todos estos aspectos, sin dejarnos ninguno, "podemos concluir que en el turismo religioso encontraremos parte de la solución".

Por un lado, explica, el movimiento de visitantes por "nuestra geografía activa las economías locales y ayuda a fijar población; por otro, nuestros bienes culturales son siempre un atractivo que no sólo hay que visitar, sino también comprender".

Por todo ello, anima a ser capaces de presentar "nuestros bienes", con toda su historia y verdad, "atrayendo visitantes, no sin esfuerzo, conseguiremos reactivar la economía local, además de anunciar la buena nueva dejando que las piedras hablen".

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La gestión

Uno de los temas más controvertidos es cómo se gestiona la conservación de ese patrimonio en los territorios despoblados. Unanrespuesta difícil porque la solución "es compleja" ya que la realidad es múltiple y los problemas no faltan. Por esta razón, "cada una de las situaciones requerirá un estudio individualizado con su solución concreta, si la hubiera. No hace falta explicar que la conservación del patrimonio conlleva un gran esfuerzo humano y económico por lo que las instituciones eclesiásticas propietarias necesitarán siempre la ayuda de los fieles y de las administraciones públicas y entidades privadas", afirma el director.

Un patrimonio vivo

Por último, cabe destacar que el patrimonio de la Iglesia, por su función evangelizadora, es un patrimonio vivo. "El patrimonio de la Iglesia está vivo porque, aunque no cumpla la función para el que fue creado, siempre nos hablará de una fe, de unas costumbres y de la historia de un pueblo que ha creído y vivido su creencia religiosa". También es patrimonio de la Iglesia todo aquello que es inmaterial, como el sentimiento, la religiosidad popular de las procesiones, romerías… Pero, ¿cómo conservarlo?.

El sacerdote explica que el patrimonio inmaterial religioso es muy importante "quizás es el más frágil, porque fácilmente se puede convertir en un bien cultural que ha perdido su calificativo de religioso. Hoy podemos ver, como muchas de nuestras celebraciones religiosas tradicionales, fruto de una fe que se ha hecho cultura viva, están perdiendo su sentido profundo y originario para quedarse con el barniz más superficial". Este es un peligro "muy actual", concluye.