La reflexión del arzobispo Jesús Sanz sobre la amnistía: "Y la Iglesia, ¿no tiene nada que decir?"

En un Estado de derecho "no se puede socavar la independencia de los poderes públicos acorralando y manipulando la judicatura y la fiscalía para amañar la ley impunemente"

Sanz Montes

Redacción Religión

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El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha querido destacar un hecho que toca “una fibra importante de nuestra conciencia histórica” cuando se percibe “el disparate en el modo corrosivo y destructor de plantear la gobernanza de España”. Así lo ha hecho en el diario ABC este viernes 17 de noviembre. La “espontánea comparecencia en calles y plazas de una inmensa sociedad”, expresa el prelado, “quiere decir pacíficamente que hay algo no compartido, acusando como traidores a quienes pretenden formar gobierno desde programas políticos contradichos y burlados por otros intereses espurios que terminan siendo bastardos”.

Por ello, alude a que cuando la sociedad toma la calle para decirlo en voz alta, cuando asociaciones de jueces y de fiscales, de colegios profesionales, asociaciones y despachos de abogados, colectivos de funcionarios con sus sindicatos, patronales empresariales, asociaciones de diplomáticos, como también asociaciones de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, colectivos de periodistas… “cuando se da todo este movimiento social de amplio espectro y diversificada responsabilidad, estamos ante algo que preocupa y duele, y que no consiente mirar para otro lado pasivamente”.

El Arzobispo de #Oviedo, sobre la ley de #amnistia.

??? "No es una amnistía generosa, sino una amnesia calculada".

Las palabras de Monseñor @jsmofm @ArchiOviedo, aquí ??https://t.co/Td2b2m4lrb

De esta forma, el arzobispo de Oviedo se cuestiona y lanza una pregunta: Y la Iglesia… ¿no va a decir nada? ¿Por qué calla y está como ausente? San Montes responde que “no es cierto, ya que son varios los obispos que se han manifestado “con claridad y pertinencia sobre este asunto que a todos nos embarga”.

Además, en este punto, recuerda los documentos de la propia Conferencia Episcopal Española, “para algunos es una palabra orientadora, la esperaban como denunciadora de riesgos que rompen la historia y la avenencia o pacificadora ante conflictos que tensan y crispan poniendo en jaque la convivencia”. No obstante, lamenta que, se señale a los obispos “como intrusos que han traspasado el umbral impropio de la modernidad metiéndonos en política”. La Iglesia no debe “bajar a la arena de un debate partidista” posicionándose “en unas siglas más que aspirasen a tribunas como si quisiéramos recuperar extrañas teocracias y creyentes banderías”. El arzobispo insiste en que la clave “no puede ser política”, aunque se haga crítica “a algunas derivas de gobernanzas administrativas o legislaciones vinculantes. Nuestra clave debe ser únicamente moral”.

Esto significa que, “desde el Evangelio, la tradición cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia, tenemos algo que decir”. “Sólo la verdad nos hace libres y el engaño siempre esclaviza, por lo que quien usa y abusa de la mentira como arma política no tiene credibilidad y le acusan sus propias trampas”. Además, alude a la “insolidaridad chantajista entre regiones autonómicas como moneda de cambio para inconfesables prebendas, divide y crispa mientras que la verdadera igualdad solidaria es la única que fraterniza en la justicia. Que la venganza tergiversadora al reescribir la historia no sucedida imponiendo su relato partidista reabre heridas en una sociedad que vuelve a enfrentarse”.

Así, asegura que en un Estado de derecho “no se puede socavar la independencia de los poderes públicos acorralando y manipulando la judicatura y la fiscalía para amañar la ley impunemente poniendo en riesgo la misma democracia. Que en aras de una de investidura y un gobierno no cabe aliarse con quienes han delinquido de tantos modos con golpismo independentista, corrupción insidiosa, malversación económica y escondrijos prófugos, o menos aun con quienes mercadearon con sangre inocente en acciones terroristas. También que la ideología envenena a las nuevas generaciones con una educación que es manipulación de la ciudadanía a corto, medio y largo plazo, narcotizando el alma y la mirada de quienes gregariamente quedan hipnotizados como pueblo”.

Por último, recuerda el discurso que supone la “destrucción de la familia, la confusión antropológica y la homicida manipulación de la vida, estamos ante un horizonte grave que como cristianos tenemos la obligación de advertirlo”.