Sandra Sabattini, la nueva beata misionera
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El pasado 24 de octubre, Jornada Mundial de las Misiones, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro, presidió en Rímini la misa de beatificación de Alessandra –Sandra– Sabattini, una joven italiana fallecida en 1984 con sólo 22 años, que soñaba con ser médica y misionera en África.
Ese mismo día y después del rezo del Ángelus, el Papa Francisco tuvo un recuerdo para la nueva beata, de la que dijo que era una “joven alegre, animada por una gran caridad y por la oración diaria”. El Santo Padre pidió un aplauso para las nuevas beatas (Lucía Ripamonti, también beatificada ese día) y también aplaudió a los misioneros “que gastan sus energías en el servicio de la Iglesia de Cristo”.
Por la tarde, y durante la ceremonia de beatificación, el cardenal destacó que Sandra “acogía a los necesitados sin juzgarlos porque quería comunicarles el amor del Señor” y subrayó que su caridad fue “creativa y concreta”, sintiendo lo que cada persona necesitaba, y “acompañándolo en su dolor”.
El compromiso de Sandra con los pobres y los necesitados se afianzó en 1974, cuando participaba en un campamento con chicos discapacitados. Al regresar entonces de los Dolomitas dijo a su madre que jamás abandonaría a aquellas personas.
El cardenal Semeraro dijo durante la homilía que su deseo de “servir a los pobres”, fue fruto de su amor a Dios, en cuyo mar “sin fondo y sin orillas, sumergió su corazón”.
¿Quién fue Sandra?
Sandra Sabattini nació el 19 de agosto de 1961 en Riccione (Rímini). Cuando tenía 4 años, su familia se mudó a la casa parroquial de la Parroquia de San Jerónimo, en Rímini, para vivir con el hermano de su madre, que era el párroco. Allí, a los 12 años, conoció a otro sacerdote, el padre Oreste Benzi, fundador de la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII, grupo al que Sandra se incorporó y donde conocería más tarde a su novio Guido.
En 1974 participó en un campamento de verano en Canazei, una zona preciosa en el incomparable marco de los Dolomitas. Contemplando la belleza de ese lugar, y la que supo encontrar en los chicos discapacitados que les acompañaban, Sandra afianzó su compromiso con los pobres y los necesitados. Al regresar de este campamento dijo a su madre: “Nunca voy a abandonar a aquellas personas”.
En 1980 se matriculó en Medicina en la Universidad de Bolonia, pero cumplió su promesa y, los fines de semana, y durante las vacaciones de 1982 y 1983, compartía su vida con los chicos que se estaban rehabilitando de su adicción a la droga. Soñaba con casarse con Guido y juntos soñaban con ser misioneros en África.
El 29 de abril de 1984 Sandra acudió a un encuentro en Rimini con su novio y un amigo. Allí fue atropellada por un coche y quedó gravemente herida; tras permanecer un par de días en coma, murió el 2 de mayo en el hospital de Bolonia.
En 1985, el padre Oreste publicó la primera edición del diario de Sandra, que ella comenzó a escribir con apenas 10 años, y donde se descubre su profunda piedad. En 2006 el obispo de Rímini, Mariano De Nicoló, introdujo su causa de canonización. El milagro por el que fue declarada beata el domingo del Domund, el 24 de octubre, es la curación milagrosa de Stefano Vitali, un político italiano, enfermo de un cáncer terminal, ex presidente de la provincia de Rímini.
Sandra creía que “tenemos que aprender en la fe la espera de Dios”, y “esta espera, esta falta de elaboración de los planes, este mirar el cielo, este silencio es lo más interesante que nos toca. Después vendrá también el momento de la llamada, pero seremos ciegos si en esa ocasión vamos a pensar que somos los protagonistas de aquellos asombros: la maravilla en todo caso es que Dios se sirve de nosotros tan miserables y pobres”.
Sandra sintió que Dios la llamaba a la misión, pero el momento de la llamada llegó de otra manera. Mucho antes de que pudiera cumplir su sueño de formar una familia con Guido e irse como médico a África, el Señor la llamó a su lado.
(OMP)
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