No sucumbir a la "tiranía de los selfies": la carta del arzobispo de Sevilla a los jóvenes
En una carta, Saiz Meneses pide a los jóvenes escuchar a Dios antes que a supuestos coachs para corregir sus ansiedades, e invita al colectivo a seguir el camino de la santidad
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El arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha dedicado una carta a los jóvenes en la que analiza su realidad y ofrece algunas claves que faciliten a colectivo construir una vida con Dios.
Al inicio de su misiva, el titular de la archidiócesis hispalense atribuye las ansiedades, depresiones, adicciones o la soledad pese a estar rodeados de gente en la que se ven atrapados parte de los jóvenes a la “tiranía de la apariencia, de la imagen”, y muestra su preocupación por lo que denomina como 'selfitis' es decir “el abuso de los selfies, que la mayoría de las veces esconde una gran falta de autoestima y desemboca en una auténtica adicción”.
Pero también ha señalado como problemas los distintos tipos de violencia, las exclusiones, intolerancias y discriminaciones, de las que muchas personas tratan desesperadamente de huir: “Su casa ya no es un espacio seguro”.
Pese a este contexto repleto de dificultades, el titular de la archidiócesis de Sevilla llama a la esperanza en su carta. Una esperanza que resume en “la necesidad de contemplar a Cristo en la cruz”, al ser el signo inequívoco del amor. “Los jóvenes necesitan una esperanza creíble y duradera, que resista y supere las dificultades”, y llama al colectivo a promover “sin complejos” una cultura vocacional “que conecte con sus inquietudes y pueda ayudar a saciar su sed de sentido, de felicidad y de compromiso”.
Saiz Meneses invita a los jóvenes a la santidad y escuchar a Cristo antes que “coachs”
Por otro lado, el arzobispo de Sevilla invita a los jóvenes a vivir la santidad al ser la meta de la vida cristiana. Para lograrlo, Saiz Meneses propone “el aguante, la paciencia y la mansedumbre; también la alegría y el sentido del humor; la confianza inquebrantable en la fidelidad de Cristo; la dimensión comunitaria; y una profunda espiritualidad”.
En este sentido, el prelado insta a los jóvenes a “construir la familia humana por su vigor y porque son quienes protagonizarán la historia del mañana”.
“No estamos llamados a la mediocridad, sino a hacer santas todas las cosas del mundo, de las más pequeñas a las más grandes, dejándonos transformar por el Señor”, ha agregado en su carta Saiz Meneses, recordando que lo que define al corazón joven es “su insatisfacción y su inconformismo”.
Pero para ello, insiste Saiz Meneses es necesario que escuchemos a Dios en un mundo donde “estamos más dispuestos a escuchar a pretendidos gurús profesionales, a orientadores y coachs”, y defiende que muchas de las ansiedades y malestares de los jóvenes se corregirían “si tuviésemos el coraje de ponernos en oración sincera para discernir nuestra vocación, con el propósito de seguirla”, asegura.
En cualquier caso, ha empatizado con estos temores y confusiones que se pueden dar entre la población juvenil: “No somos superhéroes de Marvel, ni podemos domesticar dragones como en las series de ficción”. Al hilo de esta idea, ha puesto ejemplos de quienes han hecho este camino antes , recalcando que la primera actitud “es el ánimo, el celo misionero, para llevar sin miedo a Jesús a los demás”.
En este punto hace la siguiente reflexión: “Eso que algunos dicen que la fe no nos libera de nada, no es verdad. Nos libera precisamente del temor, y nos da la fuerza para superar los problemas. No hace desaparecer nuestras preocupaciones, pero nos da una mirada nueva sobre ellas y nos da la fuerza para vencerlas”.
El legado de la JMJ de Lisboa: “El acontecimiento que cambia la vida”
Saiz Meneses dedica la última parte de la carta a exponer las ideas-fuerza de la JMJ de Lisboa. Reitera la figura de María como modelo para los jóvenes, y destaca que “Dios nos ama como somos”, que Jesús es el camino, que en la Iglesia caben todos, la alegría de la misión, y, por último, “resplandecer, escuchar y no tener miedo”. A continuación, señala distintos ámbitos de compromiso misionero para los jóvenes: familia, noviazgo, sexualidad, amigos, estudios, trabajo profesional, ocio, redes sociales, compromiso social y política.
La carta termina con un mensaje a los jóvenes, desde la experiencia vivida el pasado verano en Lisboa. Afirma que, a pesar de todas las dificultades, el encuentro con Cristo es “el acontecimiento más grande y más bello, el que cambia la vida, el que cambia el corazón y nos sitúa en un horizonte nuevo”. “A vosotros, jóvenes, corresponde dar testimonio de la fe, aquí y ahora, y comprometeros a llevar a los demás el Evangelio de Cristo, camino, verdad y vida, en el tercer milenio; a vosotros corresponde construir una nueva civilización que sea la civilización del amor, de la justicia y de la paz”.