La visita sorpresa que el arzobispo de Sevilla ha hecho a unas monjas muy queridas de Roma: la llaman ángeles

Las Hermanas de la Cruz de Roma, fundada por la sevillana Santa Ángela de la Cruz, atienden a cientos de personas necesitadas en la Ciudad Eterna

La visita sorpresa que el arzobispo de Sevilla ha hecho a unas monjas muy queridas de Roma: la llaman ángeles

Redacción Religión

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El arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, se encuentra en Roma, en el marco de la visita 'ad limina', junto a los obispos de las provincias eclesiásticas de Sevilla, Granada y Mérida Badajoz.

Pese a la intensa agenda de los obispos en esta semana que culminará el viernes con el recibimiento del Santo Padre, el titular de la Iglesia hispalense ha tenido oportunidad de visitar, por sorpresa, a las Hermanas de la Cruz de Roma, integrada por siete hermanas. Una congregación que mantiene un estrecho vínculo con Sevilla, ya que fue fundada por Santa Ángela de la Cruz, que nació en la capital de Andalucía.

De esta manera, Saiz Meneses reconoce la labor que realizan estas monjas en la Ciudad Eterna, siempre en favor de los más necesitados. Desde su humilde piso, se expanden por toda la capital de Italia para limpiar, curar y acompañar a los enfermos que están abandonados. Su labor les ha valido el sobrenombre de 'ángeles' en su entorno.

No hay quien pare a estas siete religiosas. Ni siquiera en el peor momento de la pandemia, cuando no faltaron a su cita pese al confinamiento de la primavera del 2020. Se estima que unas 500 familias acuden a recoger paquetes de comida que ellas mismas van preparando.

Además, las religiosas son muy conscientes de que la labor social debe estar acompañada de una intensa vida espiritual. Las visitas a ancianos y enfermos se alternan con momentos de oración y meditación.

El Instituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz

El Instituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz se fundó en el año 1875 de mano de Santa Ángela de la Cruz. Nacida en Sevilla, abandonó la escuela para trabajar en un taller de zapatería, pero en 1871 prometió al Señor vivir bajo los preceptos del Evangelio. De profunda vida espiritual, tuvo la experiencia de contemplar la Cruz de Cristo y, frente a ella, una cruz vacía. Entonces descubrió que Dios le pedía inmolarse junto a Cristo por la salvación de las almas.

El lema de las Hermanas de la Cruz, “Haciéndose pobre con el pobre para llevarlo a Cristo” contiene todo el significado de su carisma: despreció toda gloria humana y siempre buscó la total humillación al servicio de los despojados, de los ancianos, de los pobres, en definitiva, de los últimos de la sociedad. Falleció en Sevilla el 2 de marzo de 1932 y fue canonizada por San Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.

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