La adicción, una lacra social a la que la Iglesia no da la espalda: "Si les ayudamos, su vida puede cambiar"

Aleluya ha conocido de cerca el trabajo que la parroquia madrileña de San Ramón Nonato realiza con personas dependientes de alguna adicción como la droga o el alcohol

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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En la parroquia San Ramón Nonato en Madrid, situada en el barrio madrileño de Vallecas, te puedes encontrar a cualquier hora del día alguien dispuesto a ayudar a quien más lo necesita.

Voluntarios del comedor social que durante la pandemia han llegado a entregar mil comidas al día, monjas que te abren las puertas de los despachos para saber si necesitas algo o el mismo párroco que se asoma a la calle para ver si todo está en orden.

José Manuel Horcajo, párroco desde más de 10 años en este templo de Madrid, tiene claro que sin todas estas personas que lo ayudan no podría mantener los más de 40 proyectos que tiene la parroquia: “Van surgiendo poco a poco según las necesidades. El primer proyecto que iniciamos fue el apoyo escolar a menores, niños que suspendían hasta el recreo, y luego la ayuda de alimentos, las familias, las dependencias, las discapacidades”.

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El testimonio de Calixta

Pobreza y familias desestructuradas son algunas de las características de los vecinos de Puente de Vallecas y, dentro de todos estos proyectos están también los que ayudan a personas adictas: “Al final las necesidades se vinculan unas a otras. Las personas adictas tienen necesidad de comida, trabajo, alojamiento. Cuando atiendes a una persona, atiendes todos sus problemas”.

Calixta es una de las mujeres que no paran de ayudar en la parroquia San Ramón Nonato y su vida no ha sido nada fácil desde que llegó a España desde República Dominicana después de haber sufrido dos violaciones en ámbito familiar. Muy emocionada, nos relata su dura vida durante ocho años: “Estuve trabajando en un bar de copas y tomando alcohol, ese fue mi medio de vida, en decadencia”.

Tras mucho tiempo viviendo en la oscuridad, Calixta encuentra la fuerza de pedir ayuda y la parroquia de San Ramón Nonato es uno de los lugares al que acude para encontrar una nueva familia que la pueda acoger: “Les dije que necesitaba ser limpiada y había unas voluntarias que, no lo olvidaré en la vida, empezaron a mirar en sus monederos, me juntaron siete euros y me prepararon una bolsa de alimentos”.

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El voluntariado, un paso fundamental

En las parroquias, personas como Calixta, empiezan a sentirse importantes, reciben cargos y sobre todo empiezan a ayudar a los más vulnerables: “Empiezan a venir personas a la puerta de la Iglesia, las ves y te dices, así estaba yo, le das el abrazo cálido, o ves alguien que está en la calle y le hablas”.

El voluntariado es, sin ninguna duda, uno de los apoyos fundamentales para las personas con adicciones, ya que, al ver que consiguen ayudar a los demás, sienten que su vida puede dar un cambio radical. Personas como Rafa y Soraya, alcohólicos anónimos, no paran de ayudar a los más necesitados: “Voy a coger comida de un colegio y la llevo aquí, luego voy a recoger ropa. La verdad es que me gusta, me viene bien” nos dice Rafa.

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Encontrar de nuevo una familia

Soraya subraya la importancia de haber encontrado, en la Iglesia y en particular en la parroquia de San Ramón Nonato, “una familia y sobre todo haciendo voluntariado, voy todas las semanas a recoger pan para el comedor social. Conozco a los compañeros y cada vez que vengo para mi es una alegría”.

La labor social de la Iglesia es, ante todo, escuchar a estas personas y ayudarles a entender que su vida todavía puede ser muy útil. El párroco, José Manuel, subraya que ellos no son “especialistas en medicina, pero somos expertos en humanidad como decía San Juan Pablo II”. “Lo que hacemos es, cuando viene una persona, decirle que necesita esperanza, escucharle, vincularle. Decirle que confiamos en él y que le necesitamos. Eso da esperanza a seguir luchando y poder luchar".

La Iglesia no se cansa de ayudar a los más vulnerables y, según José Manuel, hay tres palabras que son fundamentales: “Primero acogerles, segundo el amor y tercero Jesucristo. Si no empezamos por Jesucristo nada tendría sentido”.