El Arzobispo de Sevilla invita a los fieles de cara al inicio de la Cuaresma “a conocer a Jesús"

Mons. Juan José Asenjo ha dado a conocer su situación actual por la pérdida de visión : "He perdido completamente el ojo derecho y solo conservo el 20 % del izquierdo"

El mensaje del Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, a la fieles de cara al inicio de la Cuaresma

Redacción Religión

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A propósito del inicio de la Cuaresma 2021, el próximo Miércoles de Ceniza, el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, ha escrito una carta dirigida a los sacerdotes, diáconos y seminaristas de la Archidiócesis de Sevilla. En ella, también ha recomendado una lectura del Papa Francisco, que invita "a la conversión por los caminos del ayuno, la oración, la limosna y la cercanía dicaz a los pobres y a los que sufren”.

Monseñor Asenjo ha comenzado la carta pastoral hablando sobre su salud. En 2019 sufrió un grave problema ocular en el ojo izquierdo que le provocó que perdiera parte de la visión, y, más tarde, otro problema similar en el ojo derecho. En este nuevo año, el Arzobispo ha encontrado una mejoría: Como sabéis quienes me habéis llamado por teléfono o visitado recientemente, mi estado general es bueno. Han desaparecido los terribles dolores de la primera quincena de diciembre, si bien he perdido completamente el ojo derecho y solo conservo el 20 % del izquierdo, lo que me permite la visión periférica y moverme por los espacios”.

También, ha anunciado que le han afiliado a la ONCE y está aprendiendo a manejar los recursos que le brinda la corporación de derecho público de carácter social sin ánimo de lucro. Por otra parte, ha recuperado el Oficio Divino “gracias a los audios que me envía Radio María, una experiencia preciosa pues para mí la recitación de los textos “ex auditu” penetra mejor en la mente y en el corazón”. Además, sigue atendiendo a las visitas, la correspondencia y saliendo a las parroquias con las limitaciones propias de la covid-19.

En la carta ha subrayado la serenidad y el buen ánimo que conserva en estos momentos al aceptar lo que el Señor ha permitido en su vida: “Lo ofrezco por la Iglesia, el Papa, las víctimas de la pandemia, fallecidos y enfermos, nuestra Archidiócesis, y todos vosotros”. A escasos días de comenzar la Cuaresma, Mons. Asenjo recomienda la lectura del mensaje que el Papa Francisco ha expresado, en la cual, invita a la conversión por los caminos del ayuno, la oración, la limosna y la cercanía dicaz a los pobres y a los que sufren.

La conversión: cambio de valores

La conversión entraña un cambio efectivo de valores, un cambio profundo del corazón y de la mente, que no es un cambio cosmético y somero. En la Cuaresma estamos invitados a reconocer nuestro pecado, el vacío de una vida mediocre y sin horizontes. Pero esto no es suficiente. La conversión es verdadera cuando fortalece la fe y la adhesión cordial y plena al Señor. La conversión es volver, regresar, como hizo el hijo pródigo. La conversión no es psicoanálisis ni introspección que lleva a la depresión. Debe ser siempre un manantial de esperanza y alegría. Entraña dolor por haber caminado por sendas erradas, por atajos y trochas. Por eso, la conversión es algo más. Es regresar a la casa y a las cosas del Padre. Es sentirse abrazado por las manos acogedoras del Padre. Es entrar en la intimidad y el calor del hogar familiar, que hemos abandonado al pecar. Es volver al Señor (2Cor 3, 16; Hch 9, 35; 11, 21). Es volver al Pastor de nuestras almas (lP 2, 25). Es volver a Jesús, poner los ojos fijos en Él, pues debe ser el destinatario único de la mirada de cada uno de nosotros, y no otros intereses o personas, el dinero, el orgullo, el prestigio o los ascensos. Nuestros ojos deben estar siempre clavados en Jesús, como nos dice el Beato Marcelo Spínola, los ojos de los sacerdotes y consagrados deben mirar a Cristo como supremo y único valor.

Tendremos autoridad para invitar a nuestras comunidades a la conversión, si nosotros mismos estamos recorriendo ese camino de regreso y podemos mostrar la ruta exacta y el gozo que produce volver al Padre, sentir las manos acogedoras de Dios que se emociona ante nuestro regreso, como el padre del hijo pródigo. La vuelta para nosotros, queridos hermanos y hermanas, es volver a sentir el abrazo de Jesucristo querido, de Jesucristo apasionadamente buscado, de Jesucristo estudiado, de Jesucristo contemplado, de Jesucristo seguido, de Jesucristo tratado en la mañana, al atardecer y en la noche. Jesucristo siempre, queridos hermanos y hermanas.

Él es el corazón y la fuente de sentido y de esperanza para nuestra vida. Él es la razón de nuestro existir, como lo fue para San Pablo, como nos dice con emoción: “Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir (Fil 1, 21). Todo lo considero basura comparado con el conocimiento de Cristo Jesús mi Señor (Fil 3, 8)”. De ahí surge su apasionamiento por Jesucristo. “Me urge el amor de Cristo (2 Cor 2, 14)”, como le urge también la necesidad imperiosa de anunciarlo a todos: “Ay de mí si no evangelizare (l Cor 9, 16)”.

No sería pequeño fruto de la lectura de esta carta si todos concluyéramos con el propósito decidido de conocer mejor a Jesús. Cuanto más lo conozcamos, más lo necesitaremos, más desearemos volver a Él, estar con Él, aferramos a Él. No sería mal ejercicio cuaresmal si en estos días releyéramos la trilogía “Jesús de Nazaret” del Papa Benedicto XVI. Nuestra conversión genuina depende de nuestro conocimiento de Jesús, cuya figura, anchura, altura y profundidad son inabarcables.

El Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, ha terminado su carta invitando a todos, en este tiempo de Cuaresma, “a conocer a Jesús y, sobre todo, a volver a Jesús en esta Cuaresma y a tratarle en la oración cálida de cada jomada para robustecer la amistad e intimidad con Él”. Por último, Mons. Asenjo ha concluido agradeciendo las oraciones de estos meses "encomendándome de nuevo a vuestra plegaria y rogándoos que recéis por el futuro arzobispo, os deseo una fecunda y santa Cuaresma".

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