La Catedral de Burgos sigue esperando a los peregrinos en su Año Jubilar: "Ojalá volvamos a la normalidad"
Entre los cien voluntarios de la la diócesis se encuentra Francisco Martínez, un profesor jubilado que quiere seguir ayudando para este VIII Centenario de la Catedral
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La apertura del Año Santo Jubilar con motivo del VIII Centenario de la Catedral de Burgos tuvo lugar el 7 de noviembre de 2020. Los voluntarios permanecen a la espera de que la situación sanitaria mejore para que los peregrinos puedan acercarse por fin a la Catedral y ofrecerles una acogida lo más eclesial y evangélica posible durante el Año Jubilar. La archidiócesis de Burgos ha explicado que, con este fin, todos ellos han recibido un curso de formación en diversos aspectos teológicos, culturales, organizativos, pedagógicos. El equipo se ha repartido en cuatro tareas y funciones específicas: informar y acoger en el punto de información habilitado para ello; acompañar durante el Itinerario Jubilar diseñado para peregrinos individuales y en grupo; organizar las tareas administrativas en el día a día y organizar los eventos extraordinarios que se vayan realizando con motivo del Año Santo.
La archidiócesis ha entrevistado a uno de estos voluntarios: Francisco Martínez Ruana, un profesor jubilado de 68 años. Después de sus comienzos en la profesión en el Seminario Menor de San José y en los Centros Escolares 'Juan Yagüe', pasó por los institutos, entonces de Bachillerato y actualmente de Educación Secundaria, Diego Porcelos, Valmaseda (Vizcaya), Cardenal López de Mendoza y Fray Pedro de Urbina en Miranda de Ebro. Su carrera docente de 37 años concluyó en el I.E.S. Comuneros de Castilla de la capital, como profesor de Biología y Geología, tras 28 cursos en este último centro educativo.
Al ser socio colaborador de la Catedral de Burgos, un día recibíó un correo en el que se le animaba a participar en este voluntariado. "Un encuentro con el canónigo Félix Castro, con quien mantengo una grata amistad, me motivó aún más para incorporarme a este proyecto", ha explicado. Esta es su primera experiencia de voluntariado, aunque anteriormente dejó sus datos en Cáritas en el primer año de su jubilación por si podía ser útil en impartir alguna clase a algún grupo de migrantes que acudieran solicitándolo, "pero fundamentalmente necesitaban especialistas en Lengua Española o Matemáticas y no me llamaron entonces para esa labor", ha recordado.
Su función, dentro del equipo de trabajo en el que está incluido, Administración, consistirá en intentar con sus compañeros organizar correctamente el día a día del Jubileo, atendiendo las peticiones de visita de los diferentes grupos que puedan solicitarlo y coordinando a los voluntarios que cada día tengan que desempeñar la acogida y el Itinerario Jubilar.
En su camino hasta este inicio del Año Jubilar es inevitable aludir a la sombra del coronavirus: "Es indudable que esta pandemia ha influido muy negativamente en el desarrollo del Año Jubilar. Se dejaron de hacer las reuniones de los lunes en las que la información didáctica que se nos daba era de gran utilidad, con lo que se perdió el ritmo que llevábamos y, por qué no decirlo, también un poco la ilusión, al menos en mi caso. Las maravillosas charlas –al menos a mí me lo han parecido–, de los ponentes me han hecho conocer mucho mejor los aspectos artísticos y religiosos de nuestra Catedral, así como el significado y dimensiones de un Jubileo".
La esperanza en medio de las adversidades
La situación, no obstante, no le amilana. "Actualmente ya incorporado al grupo de Administración, intentaré volver con renovados ánimos, aunque siempre con la prudencia y respeto que esta anómala situación aconseja, pues por mi edad, entro ya en un grupo de riesgo", confiesa. La expectativas depositadas en la celebración de este Jubileo también quedan en el aire ante las circunstancias actuales. "Al igual que hemos visto desde marzo cómo esta pandemia ha afectado a la normalidad que teníamos, está claro que este periodo jubilar se verá afectado en mayor o menor grado, según evolucione la situación", ha subrayado.
"Seguramente el gran número de grupos que esperábamos que acudiera a nuestra ciudad con esta celebración se vea reducido por la incertidumbre existente. De cualquier forma, habrá que confiar en que en la segunda mitad del Año Jubilar, a partir de mayo o junio, la situación pueda cambiar y el desánimo que ahora existe en la población desaparezca y volvamos a la normalidad, no la nueva, sino de la que gozábamos anteriormente", ha recalcado el voluntario en la entrevista.
A pesar de las adversidades, Francisco mantiene la esperanza en los frutos que pueda dejar este acontecimiento extraordinario: "Las aportaciones que este Año Jubilar den a la Iglesia de Burgos y a nuestra ciudad creo que pueden ser muy variadas y de gran importancia muchas de ellas. Pienso que tal vez podría conseguirse que muchos de los que vengan solo como turistas se conviertan y alcancen un espíritu de peregrinos al contemplar esta maravillosa Catedral en la que se sientan acogidos, y casi sin querer, motivados para realizar ese itinerario jubilar tan bien pensado. Conocerán, además del valor artístico de nuestra Seo, algún pasaje de la historia de nuestra diócesis y sería maravilloso también que se sintieran parte de esta Iglesia que los acoge".