La Iglesia celebra la IV Jornada Mundial de los Pobres convocada por el Papa Francisco

Con el lema "Tiende tu mano al pobre" este domingo, 15 de noviembre, el Santo Padre nos invita a ser signo concreto del amor del amor de Cristo por los más necesitados

La Iglesia celebra la IV Jornada Mundial de los Pobres convocada por el Papa Francisco

Redacción Religión

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La Iglesia celebra este domingo, 15 de noviembre, la IV Jornada Mundial de los Pobres. Una Jornada en la que el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a ser signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados.

Una oportunidad para recordar la predilección de Jesús por los pobres. Una invitación a mantener la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. “Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial” recalcaba el Santo Padre en su mensaje para la Jornada.

Este año la Jornada Mundial por los Pobres se celebra en medio de una pandemia que ha zarandeado el mundo. Ha dejado al descubierto la fragilidad humana y ha puesto en crisis muchas certezas. Ha puesto nuevos rostros a la pobreza. Ha traído - escribe el Papa en su mensaje - dolor y muerte, desaliento y desconcierto. Pero también hemos visto como a nuestro alrededor se tendían muchas manos.

Jornada mundial de los pobres

"Tiende tu mano al pobre"

“Tiende tu mano al pobre”, este es el lema para esta IV Jornada Mundial de los Pobres y con estas palabras del Eclesiástico, también conocido como Sirácida, desarrolla el Papa Francisco su mensaje.. El Papa da actualidad a las palabras de un sabio maestro que vivió unos doscientos años antes de Cristo. Recupera estas enseñanzas que se recogen en uno de los libros del Antiguo Testamento. El Papa ha elegido el título para su mensaje de este año de un pasaje que une, como hechos inseparables, la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren.

“El tiempo que se dedica a la oración – recuerda el Pontífice - nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario: la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres”. "El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad”, afirma el Santo Padre.

El Papa Francisco también advierte que las prisas no nos dejan ver las manos tendidas ni reconocer todo el bien que se realiza en el silencio y con gran generosidad. “Así sucede que, sólo cuando ocurren hechos que alteran el curso de nuestra vida, nuestros ojos se vuelven capaces de vislumbrar la bondad de los santos “de la puerta de al lado”, "de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios" pero lo de que nadie habla".

Resalta el Santo Padre las manos tendidas durante estos meses en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto. La mano tendida de los sanitarios y farmacéuticos; del personal administrativo, de servicios esenciales y de seguridad; del sacerdote; del voluntario… de los que han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo.

“Tiende la mano al pobre” es, por lo tanto, una invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino y una llamada a llevar las cargas de los más débiles.

El Papa concluye su mensaje con una invitación: la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor. Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor.

Papa Francisco con los pobres de SantEgidio

¿Por qué comenzó a celebrarse la Jornada Mundial de los Pobres?

El 13 de noviembre de 2016 se cerraba en todo el mundo las Puertas de la Misericordia y en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a todas las personas marginadas. En la celebración eucarística estaban presentes miles de pobres, con los que ya había compartido los días anteriores.

La homilía estaba escrita, pero faltaba la frase final. El Papa levantó los ojos del texto y de manera espontánea anunció su deseo de celebrar una jornada de los pobres.

Las palabras del Papa

“Precisamente hoy, cuando hablamos de exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas; no cosas inútiles, sino personas valiosas. La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este tipo de descarte; es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros o a los graves problemas del mundo… Hoy, en las catedrales y santuarios de todo el mundo, se cierran las Puertas de la Misericordia. Pidamos la gracia de no apartar los ojos de Dios que nos mira y del prójimo que nos cuestiona… especialmente al hermano olvidado y excluido, al Lázaro que yace delante de nuestra puerta. Hacia allí se dirige la lente de la Iglesia.… A la luz de estas reflexiones, quisiera que hoy fuera la "Jornada de los pobres""