Aguirre recuerda que los misioneros "no somos héroes" y destaca el crecimiento de las vocaciones en tierras de misión
El obispo de Bangassou ha pronunciado el pregón del Domund 2024 en Córdoba, donde ha defendido que frente a la pérdida de fe en Europa, otros Continentes ven crecer sus comunidades
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El obispo de Bangassou, el misionero español Juan José Aguirre, ha llamado a la Iglesia a no caer en el desánimo ante el pensamiento generalizado de que la sociedad española y occidental está cada vez más alejada de Dios, y recuerda que mientras esa fe está hibernando en los países desarrollados, están creciendo otras iglesias en otros lugares.
Una invitación que ha hecho el misionero comboniano durante el pregón del Domund 2024 que ha tenido lugar en Córdoba. Una jornada para que la Iglesia Universal rece de modo especial por los misioneros y misioneras.
El obispo de Bangassou llegó a República Centroafricana hace casi tres décadas. Por aquel entonces fue enviado a una misión cercana a la ciudad de Obo, perteneciente a la misma diócesis, pero que hace 28 años se hallaba a siete días en coche de un teléfono o un médico.
Es la historia de Aguirre, pero que bien podría ser la de los 9.932 misioneros españoles esparcidos por el mundo que “están dando nuestras vidas, día a día, gota a gota, en nombre de nuestro Maestro. Son más mujeres que hombres, muchos religiosos de diferentes congregaciones, hermanos misioneros, sacerdotes “Fidei Donum” y laicos o voluntarios misioneros, matrimonios del camino Neocatecumenal”, ha recalcado.
Aguirre defiende que los misioneros "no somos héroes"
Pese a las condiciones en la que se encuentran muchos de ellos, algunos de avanzada edad y haciendo frente a climas extremos en muchas ocasiones, el obispo de Bangassou recalca que “no somos héroes”, y recuerda que “sin la gracia de Dios que nos sostiene, nos caeríamos en picado”.
En este punto, Juan José Aguirre ha tenido un sentido recuerdo por algunos misioneros de nuestro país como Isabel, que trabaja en un hospital en las afueras de Yaoundé, en Camerún; al Padre José Alfaro que trabaja en el Himalaya construyendo escuelas desde hace decenas de años; o el obispo Rafael Cob en su canoa por el Amazonas ecuatoriano, entre otros.
Misioneros que han fundado iglesias a lo largo y ancho del planeta, y que con el paso del tiempo esas iglesias “han florecido, hay miles de sacerdotes locales en tierras de misión, seminaristas, de religiosos y religiosas, de obispos y cardenales, que no son europeos y que son mucho más numerosos que los obispos y cardenales occidentales”, ha apuntado.
Iglesias que, precisa Aguirre, están muy vivas gracias también a los 70.000 misioneros africanos, asiáticos y de América Latina “que salen de su país a evangelizar en otros, impulsados por la gracia de Dios. Y el número seguirá creciendo, aunque en España siga retrocediendo”, ha apostillado.
Aguirre ensalza el crecimiento de las iglesias en continentes como áfrica
El misionero comboniano ha alertado sobre la falsa percepción de que la Iglesia Católica está en decadencia, ya que si bien es un fenómeno que puede estar acusándose en Europa, no es así en la Iglesia Universal.
“A veces oigo decir que la Iglesia está viviendo un eclipse de fe, que todos los países de la mitad norte de Europa son ya tierras de misión como si fueran Zambia o Mozambique, que las vocaciones misioneras, religiosas y laicales se diluyen y envejecen… No es mentira, pero tampoco es toda la verdad. Algunos, cuando hablan de la Iglesia piensan solamente en la Iglesia europea. Cortos de mira. Porque la Iglesia católica es universal y en el continente africano y otros continentes las iglesias están llenas, si no llegas a la hora de la misa te quedas de pie, los jóvenes organizan toda la liturgia y las parroquias están llenas de grupos parroquiales”, ha asegurado.
En estos treinta años como misionero, Juan José Aguirre ha tenido oportunidad de ser testigo de la labor evangeizadora de muchos de ellos, trabajando en orfanatos, colegios u hospitales.
“Los he visto en medio de la violencia, de ráfagas de metralleta, poniéndose de escudo humano para parar los pies a radicales que mataban a humildes familias musulmanas, dirigiendo escuelas de formación profesional, misioneras sacando a niñas prostitutas de las calles, o vendiendo leche de soja para sacar adelante un asilo de ancianos y ancianas acusados de brujería”.
Algunos de ellos también son misioneros mártires que perdieron la vida en un control de carretera en la frontera de Burkina Fasso, o en un ataque con bombas de radicales islámicos. “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, ha subrayado Aguirre.