El arzobispo Cobo desvela en COPE su sentir "a un día" de ser cardenal: "Vértigo y responsabilidad"

El arzobispo de Madrid invita a "a abrirse a la sorpresa del Sínodo", para después "ir afrontando los retos y las grandes preguntas que la sociedad nos está haciendo"

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Entrevista José Cobo

Eva Fernández

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

En la antesala de todos los consistorios de creación de cardenales se pone en marcha un protocolo “no litúrgico” que tiene como escenario la Sala de Prensa del Vaticano. Allí, todos los neocardenales que lo desean se sitúan ante cámaras, flashes y micrófonos de la prensa internacional en un maratón de entrevistas destinadas a que el mundo conozca más a fondo a las nuevas incorporaciones al Colegio Cardenalicio.

Para los llamados “Vaticanistas”, aquellos periodistas especializados en lo que ocurre dentro del estado más pequeño del mundo se convierte, además, en una ocasión única de carearse con un posible candidato a ser Papa en caso de Cónclave. El arzobispo de Madrid, José Cobo Cano compartió experiencia junto a Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, Christophe Louis Yves Georges Pierre, nuncio en EEUU, el arzobispo de Juba Stephen Ameyu Martin Mulla y el obispo de Setubal, Américo Manuel Alves Aguiar. Acariciando de vez en cuando el pectoral del buen pastor, la misma imagen que lleva Francisco, ha respondido a las preguntas de los distintos medios que se ponen en fila para aguardar su turno en lo que se presume una mañana intensa.

La cruz del Buen Pastor

— La cruz del Buen Pastor. La misma que el Papa Francisco. Esto supone toda una declaración de intenciones de dar la vida por las ovejas.

—Yo creo que esa es la función del obispo, no la de aglutinar. A veces delante, otras detrás del pueblo de Dios que se le encomienda… pero siempre ofreciendo la vida en todas las dimensiones por las ovejas que están y por las que no están, porque hay recoger y dar voz también a las que no están”, ha asegurado el arzobispo.

— ¿Sigue teniendo ese mismo vértigo que sintió cuando recibió el nombramiento como arzobispo de Madrid, o ahora es distinto?

—Acompañar la diócesis de Madrid ya da vértigo. Así que todavía más esa mirada más universal de la Iglesia y el poder colaborar con el Papa. Es vértigo y sobre todo responsabilidad.

—En seis años ha pasado de sacerdote, a arzobispo y este 30 de septiembre… cardenal. ¿Cómo se pasa de ser abogado a verse un día dentro de la Capilla Sixtina?

— Es una única experiencia que demuestra que Dios va tirando de uno. Yo ni lo había soñado, pero son las llamadas que Dios va haciendo y nuestro papel consiste en ir respondiendo, dar pequeños síes a la Iglesia o a las llamadas que hacen otros. Lo bueno es que este camino no se recorre en soledad, sino que detrás está la gente, las comunidades cristianas, los obispos, los sacerdotes... Si es acompañado, es distinto.

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Dicasterio para los Obispos

— Su nombramiento como miembro del Dicasterio para los Obispos le hará pasar mucho tiempo en Roma. ¿Cómo se ve la curia de Roma desde Madrid?

—Ahora con los medios de comunicación, tenemos una visión más global de la Iglesia. Por ello, la visión española se va convirtiendo en visión universal estando muy conectados. El Papa también tiene esta capacidad de ir creando redes y puentes entre unas y otras para que no sean entidades distintas, sino que vayan relacionándose. Trabajar por proyectos nos va uniendo también a todos, y cuando hacemos un servicio un servicio y es un servicio que es necesario para la Iglesia, es decir, es muy sinodal la propuesta y la fabrica, entre comillas de obispos, es una fábrica como que pasa por muchos lugares que necesitan mucha escucha. Entonces, más que hacer propuestas, yo creo que estamos generando procesos para que sean propuestas sinodales, propuestas que sean de todos, propuestas también que respondan a los perfiles que ahora mismo pide la Iglesia. Entonces es una responsabilidad, pero como sé que no lo voy a hacer solo, entonces uno también queda "un poco" aliviado.

—Aquí en Roma y también en España, se le está considerando el hombre de Francisco. Creo que a usted ese término no le debe gustar mucho…

—Yo es que soy y desde siempre del Señor. Efectivamente, con el Papa hay una gran sintonía desde el principio, y yo “me he insertado” en las líneas que la Iglesia ahora mismo tiene con Francisco, pero como en otros momentos fueron otros papas y yo creo que la llamada de todo católico, en cada momento la Iglesia nos pone los pontífices que necesita y nuestra respuesta es a colaborar y empujar estas líneas. Ahora son las de Francisco con ellas me identifico. Pero más que de Francisco, yo creo que es de la voluntad de Dios en cada momento.

—Estamos a las puertas de un Sínodo y usted una de las primeros pasos que se propuso fue escuchar. Escuchar a todos los sacerdotes de la diócesis y después de escuchar a todos. ¿El Sínodo puede ser el origen de grandes cambios?

—Más que asustarnos, lo que tenemos que hacer, y es lo que ha dicho el Papa, es estar preparados interiormente y comunitariamente a la sorpresa. Si el Sínodo lo hacemos antes de que se desarrolle, rompemos el propio proceso. Vamos a escucharnos y vamos a escuchar a Dios. Nosotros hemos empezado con un momento orante, que eso a la gente le sorprende mucho. Pero es que se trata de preparar la escucha independientemente de los temas que se traten en el Sínodo. El ejercicio de escucha a Dios y de escucha unos a otros es algo que va a permanecer siempre. De esta forma, yo invito a abrirse a la sorpresa y luego sí, ir afrontando los retos y las grandes preguntas que la sociedad nos está haciendo. Yo estoy muy abierto a la sorpres, eal espíritu siempre nos ha sorprendido.

—En Roma ha impactado mucho todo lo que concierne a la noticia del sacerdote detenido en Málaga. ¿Si a usted le llegara la noticia de un posible caso como este, qué haría?

—Primero, decir que un solo caso, una sola víctima, se merece todo el apoyo y toda la atención del mundo. Me da igual donde sea. Segundo, yo creo que hay que ponerse siempre en el lugar de la víctima y efectivamente, a pesar de todas las malas prácticas que hayamos tenido en el pasado, tenemos que aprender del dolor. Hay que analizar caso por caso, atender y escuchar a uno y a otro. Hay que plantear todos los protocolos que están vigentes y que han sido asumidos y desarrollarlos en el minuto uno, por respeto a la víctima y también por ayuda a aquel que a lo mejor no hemos escuchado todavía porque no lo hemos hecho bien. Pero desde luego, una sola víctima, un solo caso, es necesario de atención y nunca de ocultamiento. Nunca. Eso es lo que hemos aprendido del pasado, nunca posponer, porque eso lo que hace es potenciar el dolor de las víctimas. Y eso es inadmisible.

—¿Qué perfil ve usted que necesita la Iglesia para el próximo Papa? Si en un caso hipotético se ve usted en un tiempo reciente dentro del cónclave, ¿qué características buscaría en el próximo Papa?

—Yo creo que ahora mismo, curiosamente, la Iglesia siempre va subiendo escalones, lo ha hecho desde el Concilio. Yo creo que en el futuro tendremos que ahondar en todas las líneas que ha abierto Francisco: La misión, la identidad de la Iglesia que se siente en un mundo y en una creación, y que tiene que anunciar que el hombre viene como creado de Dios. Él quiere dialogar con todos en una Iglesia que esté abierta a todos. El próximo Papa ofrecerá líneas nuevas, pero en los pasos que hemos dado estos años se jan quedado en la vida de la Iglesia y ahora toca en realizarlos, concretarlos y seguirlos potenciando.

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Así es José Cobo

Las cifras que maneja el nuevo cardenal de la archidiócesis más importante de España achantarían a cualquiera que no estuviera familiarizado con una ciudad donde ha vivido siempre, aunque haya nacido en la localidad jienense de Sabiote. Nada menos que cuatro millones de habitantes, 476 parroquias, 1.631 sacerdotes, 4.758 religiosos.

Abogado de carrera, al concluir sus estudios universitarios, en 1988, decidió ingresar en el Seminario de Madrid. Sacerdote desde 1994, su palestra de entrenamiento fue el Proyecto Hombre, la pastoral penitenciaria y Cáritas. Su ministerio pastoral comenzó como viceconsiliario de la Hermandades del Trabajo de Madrid. El olor a oveja se le quedó impregnado tras su paso por las parroquias madrileñas de San Leopoldo, de San Alfonso María de Ligorio y Nuestra Señora del Pilar. Llega por lo tanto “aprendido” al cardenalato tras haber vivido a pié de calle la soledad de los ancianos, los problemas de los jóvenes, la vitalidad de los niños de las catequesis, haber celebrado innumerables bautizos, bodas y funerales y sudar betún para cuadrar presupuestos. En la Conferencia Episcopal Española es miembro, como arzobispo de Madrid, de la Comisión Ejecutiva y de la Comisión Permanente desde julio de 2023.

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