El arzobispo de Oviedo despide a Díaz Merchán: "Era un gran hombre, un obispo del que aprender tantas cosas"
Este viernes se ha celebrado en Oviedo el funeral de Don Gabino, arzobispo emérito del que Jesús Sanz destacó su carácter "amable y cordial, cabal y prudente"
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Este viernes, 17 de junio, se ha celebrado en Oviedo el funeral de Don Gabino Díaz Merchán, arzobispo emérito de Oviedo. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, destacó de Don Gabino que “cayó en tierra buena como dice el Evangelio, sabiendo vivir y morir dando fruto".
Durante su homilía, Sanz Montes señaló que Díaz Merchán fue una persona "querida", y destacó de él su temperamento "pegado a su tierra", Castilla y La Mancha. "No tiene mar La Mancha, ni aguas bravas que rompan su envite en acantilados", dijo, subrayando que tampoco "hay bosques milenarios como una alfombra bajo la que guardar misterios y vanidades". Del arzobispo emérito fallecido, destacó su carácter "amable y cordial, cabal y prudente", propio de "alguien bueno y sabio".
El arzobispo recordó que su primer encuentro con él fue el 10 de diciembre de 2009, un mes y medio antes de ser nombrado arzobispo de Oviedo. "Don Gabino me recibió en su casa con un abrazo de hermano entrañable que no olvidaré", reconoció, destacando que era "un gran hombre, un cristiano cabal, y un obispo de quien aprender tantas cosas". "Era ese hermano mayor que yo nunca tuve", dijo el obispo.
De la biografía de Díaz Merchán, el arzobispo destacó "episodios personales que serán determinantes", como el testimonio de sus padres al ser fusilados en la "triste persecución religiosa que sufrió la Iglesia" en los años 30. "La vida del sacerdote y luego obispo cruza momentos de un calado histórico crucial para nuestra patria y nuestra Iglesia, también en Asturias", explicó.
Sanz Montes destacó la "conmovedora eclosión de afecto y reconocimiento" hacia Díaz Merchán, "donde no han destacado las proveniencias ideológicas, sino el respetuoso agradecimiento ante alguien grande, cuya cercanía nos ha hecho a todos un poco más buenos y mejores".
Ante la muerte del arzobispo emérito, Sanz Montes recordó que "la palabra última no le corresponde al duelo", sino a "la certeza cristiana que deja siempre su rastro de esperanza". Así, reveló que, días antes de su fallecimiento, cuando estaba ingresado, Díaz Merchán le dijo que se estaba muriendo, pero que tenía paz. "Me despido de ti hasta el cielo", le dijo.
Emocionado, el arzobispo relató cómo, una vez recibida el alta hospitalaria, Díaz Merchán le pidió la absolución de sus pecados. "Que la Santina, nuestra Madre, a la que tan tiernamente amó, le acompañe en este su último viaje hasta que volvamos a encontrarnos con él en el paraíso eterno de los santos", pidió.
El entierro en la catedral de Oviedo
Al término de la misa exequial, el arzobispo derramó sobre los restos mortales de Díaz Merchán el agua que recuerda su bautismo, incienso como símbolo de haber sido "templo del Espíritu Santo" y señaló que está llamado a ser "piedra viva de la Jerusalén del cielo".
Los restos del arzobispo emérito recibieron cristiana sepultura en la Capilla de Covadonga de la Catedral, donde también está enterrado Javier Lauzurica, arzobispo de Oviedo nombrado en 1954. El entierro se realizó en la intimidad, a petición de la familia. Tras la sepultura, la celebración finalizó con el himno de Nuestra Señora de Covadonga.
En esta capilla descansan, en una urna, los restos de San Melchor de Quirós santo asturiano martirizado en 1858 en Vietnam. Según explicó el Arzobispado, Díaz Merchán había expresado hace años al deán de la Catedral, Benito Gallego, su deseo de ser enterrado en esa capilla. Don Gabino celebró, el 20 de septiembre de 1969, su primera misa como arzobispo de Oviedo.