Así es el camino de los seminaristas hacia el sacerdocio: "Lo que Dios me proponía era un camino de felicidad y de plenitud mucho mejor"

Alberto del Olmo y José María Ausín, seminaristas de sexto curso en Madrid, a las puertas de su ordenación diaconal el próximo 21 de junio, comparten sus vivencias y cómo sintieron la vocación en 'Ecclesia es Domingo'

Sofia Gómez Pérez

Madrid - Publicado el

5 min lectura

En el marco de la celebración del Día del Seminario, coincidiendo con la festividad de San José, la Iglesia ha lanzado su campaña anual bajo el lema "Sembradores de Esperanza". Esta iniciativa busca destacar el papel fundamental de los futuros sacerdotes en un contexto marcado por tres realidades influyentes: la conectividad que paradójicamente provoca aislamiento, la soledad en medio de la multitud y el dolor causado por el sufrimiento y la injusticia. En este escenario, la formación en los seminarios se presenta como un faro de luz, preparando a jóvenes y no tan jóvenes que deciden dejarlo todo para dedicarse al servicio de Dios y de la comunidad.

Alberto del Olmo y José María Ausín, dos seminaristas en su sexto y último curso en Madrid, compartieron sus experiencias y perspectivas en 'Ecclesia es Domingo' de TRECE. A pocos meses de su ordenación como diáconos, prevista para el 21 de junio, ambos reflejan la profunda impresión y emoción que les genera este importante paso en su camino vocacional. "Me impresiona mucho ese momento porque lo he vivido en los últimos años en las ordenaciones de nuestros compañeros y la verdad que es un momento muy emocionante para todo el mundo", comenta Alberto.

la llamada del señor a la vocación

Para José María, la vocación se manifestó en "dos momentos muy fuertes de llamada del Señor, uno en un campamento de verano, en un momento de oración y otro que quizá es como la confirmación de ese momento, en unos ejercicios espirituales". Esta experiencia personal lo llevó a tomar conciencia de "la necesidad que tiene la gente de Dios", un motor que superó su inicial reticencia al estudio, al descubrir que en el seminario "el plan era seguir estudiando".

En el caso de Alberto, la llamada fue más orgánica, comparándola con "cuando alguien se enamora en el sentido que es algo muy orgánico". Describe cómo se despertó en él "una inquietud, un atractivo por la vida sacerdotal" mientras vivía su fe en la parroquia. Ante esta intuición, buscó guía y discernimiento, un proceso crucial para distinguir lo que venía de Dios de sus propias ideas.


Seis Años de Formación Integral

La preparación para el sacerdocio es un proceso formativo integral que abarca diversas dimensiones. La intelectual se centra en cinco años de estudio de teología, pudiéndose ampliar con dos años más de especialización o licenciatura. Sin embargo, la formación va mucho más allá del ámbito académico. 

Según explican Alberto y José María, el plan de formación de los seminarios ha experimentado cambios recientes, estructurándose en diversas etapas. Inicialmente, una etapa propedéutica sin estudios académicos se desarrolla fuera del seminario. Le sigue la etapa discipular, donde se inicia el estudio de filosofía y una formación humana más profunda. La etapa configuradora se enfoca en la preparación específica para el ministerio, culminando con la etapa pastoral, en la que los seminaristas, tras finalizar la teología, viven en parroquias, preparándose de manera directa para la ordenación y conociendo de cerca la vida pastoral de la diócesis de Madrid.

convivencia comunitaria

Un aspecto crucial en la formación de un seminarista es la convivencia comunitaria. "La experiencia de comunidad nos hace entender que nuestra vocación no es una cosa individualista o cerrada, sino que es una vocación de servicio que vivimos pues en comunidad", señala Alberto. Compartir la vida con compañeros que tienen la misma inquietud y la misma llamada del Señor se convierte en un estímulo y una ayuda. En este último año, en el caso de Madrid, los seminaristas ya no residen en el seminario, sino en parroquias, como es el caso de Alberto y José María, quienes viven juntos con otro seminarista en la parroquia del Espíritu Santo. 


Esta experiencia busca favorecer la vida común y la inserción en la dinámica pastoral, siguiendo el ejemplo de Jesús al enviar a sus discípulos de dos en dos. Su día a día en la parroquia está marcado por las necesidades pastorales, colaborando en eucaristías, acompañando grupos de catequesis, jóvenes y adultos, visitando enfermos y llevando la comunión, entre otros servicios solicitados por el párroco. Además de las clases, la vida comunitaria se enriquece con diversas actividades formativas, como sesiones temáticas, formación musical (solfeo y coro), actividades deportivas y encuentros con invitados

Ante la ordenación diaconal, José María confiesa que es "un poco inimaginable". Si bien lo vive con "mucha ilusión", también reconoce que le da "bastante vértigo todo lo que lo que significa un sí definitivo para toda la vida". Un cambio significativo será el uso del clergyman, una presencia que "transmite lo que eres y lo que el Señor te ha regalado".

Afrontando la "Crisis de Vocaciones" con Esperanza

Al abordar la percibida "crisis de vocaciones", Alberto reconoce que "si uno coge los números es evidente que ha habido un descenso". Sin embargo, considera que el desafío fundamental es "alimentar en el corazón de los jóvenes la capacidad de comprometerse con algo para toda la vida". José María coincide en que en Occidente existe una crisis, pero recuerda que su "esperanza viene de Dios", confiando en que Él guía la historia más allá de las cifras. La campaña 'Sembradores de Esperanza' se alinea con esta visión, buscando "descubrir las zonas luminosas de la aventura humana y el papel que tienen los sacerdotes para generar esperanza".

Mientras se preparan para su ordenación, Alberto y José María encarnan la respuesta a esa llamada, dejando atrás sus planes iniciales con la convicción de que el camino que han elegido es uno de plenitud y servicio. Como dice José María, su discernimiento les enseñó que "lo que Dios me proponía era un camino de felicidad y de plenitud mucho mejor que cualquier cosa que yo pudiese plantear".