El cardenal Omella invita a "crecer en fraternidad" y a evitar "la polarización social y política"

“Anunciar a Jesucristo, reparar las desigualdades y sembrar esperanza”. Con estas palabras, el arzobispo de Barcelona y consiliario de las Semanas Sociales de España, el cardenal Juan José Omella, ha iniciado su intervención en la clausura de la XLIV Semana Social de España que se ha celebrado este fin de semana en Valladolid. El cardenal ha destacado la relevancia de estos tres pilares, tal como los expresó el Papa Francisco en el III Encuentro de “Iglesias Hospital de Campaña”, y ha invitado a la Iglesia a ser un espacio de acogida y fraternidad para los más vulnerables de la sociedad.

Durante su intervención, Omella ha recordado que, como cristianos, la misión principal de la Iglesia es evangelizar, pero ha enfatizado que este anuncio de Jesucristo debe ir acompañado de gestos concretos de acogida, especialmente hacia aquellos que se encuentran excluidos o marginados: “La Iglesia no existe más que para evangelizar. Sí, no podemos perderlo de vista: hemos recibido la misión de anunciar a Jesucristo. Y la Doctrina Social de la Iglesia nos enseña precisamente esto: que compartiendo los dolores y gozos de los hombres y mujeres de nuestro mundo estamos llevando a cabo la obra evangelizadora y misionera de la Iglesia”.

"Abramos nuestros corazones para acoger y defender los valores de vida que hemos recibido del mismo Jesucristo"

Cardenal Juan José Omella

XLIV Semana Social de España

El cardenal también ha destacado las palabras del Papa Francisco sobre las desigualdades, especialmente las crecientes brechas entre ricos y pobres: “La fraternidad supone algo que es muy necesario y urgente: reparar las desigualdades. Decía el Papa a los asistentes al encuentro: 'Con el apostolado denuncien a la sociedad la desigualdad, a veces tan grande, entre ricos y pobres, entre nacionales y extranjeros, no es lo que Dios quiere de la humanidad y, en justicia, estas cosas requieren ser resueltas. Hay que restablecer el tejido social reparando las desigualdades, nadie puede quedarse indiferente ante el sufrimiento de los demás'”.

Sobre la esperanza cristiana, el cardenal ha subrayado que esta no depende de las circunstancias humanas, sino que tiene su fundamento en el Señor. En referencia a las palabras del Papa, ha recordado la necesidad de sembrar esperanza, especialmente en momentos de sufrimiento y desesperanza, como los vividos por los refugiados y las víctimas de la guerra: “Aunque las personas puedan sentirse atrapadas en un callejón sin salida, la esperanza cristiana es más grande que cualquier situación”.

Además, ha invitado a todos los fieles a “trabajar por crecer en fraternidad y evitemos, en la medida de nuestras posibilidades, la polarización social y política. Promovamos el diálogo entre generaciones y aprendamos a escucharnos unos a otros sin despreciar a nadie”.

Y ha añadido que “abramos nuestros corazones para acoger y defender los valores de vida que hemos recibido del mismo Jesucristo, que la Iglesia custodia mediante la Doctrina Social de la Iglesia y que son los cimientos necesarios para construir una sociedad más humana, más justa, más libre, más democrática, más según el querer de Dios”. Ha concluido citando las palabras del Papa Francisco en su última encíclica: “No olvidemos nunca que el amor que brota del corazón abierto de Cristo lo puede todo”.