El cardenal Osoro, arzobispo emérito de Madrid, llama a la Iglesia a "estar en el patio con los chavales" para hacer frente a la secularización
Osoro ha repasado en el programa 'Eméritos' su ministerio sacerdotal y episcopal, los desafíos de la sociedad y la importancia de la familia y la educación para propiciar las vocaciones: "El centro tiene que estar en Jesucristo"
Publicado el
4 min lectura
En Castañeda, ubicada en la Cantabria profunda, nació hace casi ochenta años nació el cardenal Carlos Osoro. Entre la “buena gente” de esta “tierra acogedora” se crio el hoy arzobispo emérito de Madrid, ciudad a la que muchos paisanos de Osoro se vieron obligados a emigrar en la España de la posguerra.
En el programa 'Eméritos' de TRECE, Osoro recuerda de forma “entrañable” a sus padres, con quien junto a sus hermanos vivió una infancia feliz. Pese a que en su familia “no había tradición de curas, monjas o frailes”, su vocación fue temprana gracias a los sacerdotes “que me ayudaron a formarme”.
No obstante, Carlos Osoro no ingresó en el seminario de Salamanca hasta finalizar la carrera y tener una experiencia de dos años como profesor en La Salle en Santander. Mientras impartía clases, cayó en la cuenta de que podía comprometerse más con los jóvenes, e inició el proceso para formarse como sacerdote.
Su primer destino tras la ordenación sacerdotal fue Torrelavega, donde dejó un gran legado: “Abrí la 'Casa de los Muchachos', que hoy todavía existe, que eran chicos que salían del reformatorio sin familias para ayudarles. Viví con ellos y cuando me marcho porque me nombran vicario general acceden a la casa sacerdotes especializados en ese trabajo”, ha explicado el arzobispo emérito de Madrid.
Su etapa como obispo en Ourense, Oviedo, Valencia y Madrid
Luego llegarían los nombramientos episcopales: obispo de Ourense, arzobispo de Oviedo, luego de Valencia y finalmente Madrid.
“En Ourense fraguaron mi vida, me enseñaron a tener entrañas de padre, de pastor. En Oviedo estar junto a 'la santina' fue un privilegio, los años que estuve en Oviedo todas las semanas fui a 'la santina'. En Valencia son unos adelantados, cuando se propone algo enseguida empieza”.
Su último destino fue Madrid, donde Carlos Osoro destaca que “son muchos”, pero “hay gente muy buena”. En sus nueve años al frente de la Iglesia madrileña se apoyó mucho en las dos imágenes más icónicas de la capital de España: la Virgen de la Almudena y San Isidro.
“La Virgen de la Almudena es una advocación de la Virgen con una singularidad especial. Tiene una atracción especial. La Almudena es un rostro de la Virgen cercano, que ilusiona, porque es un rostro que te ayuda a descubrir el canto de la Virgen”, ha subrayado.
En cuanto a San Isidro, lo define como “un santo cercano, ha sido alguien al que me he encomendado en muchas ocasiones en mi estancia en Madrid, le he pedido ayuda y nunca me ha defraudado. Es un santo que se manifiesta en la cercanía, en la sencillez, en el día a día. Esto ayuda a que Madrid sea esa ciudad acogedora”, ha opinado.
La importancia de las vocaciones en la Iglesia
El cardenal Carlos Osoro ha compartido también su visión sobre los desafíos actuales de la Iglesia, destacando la necesidad de fomentar vocaciones y la importancia de la educación católica en tiempos de secularización.
"No es fácil despertar el hambre de Dios, pero hay que proponérselo", afirmó Osoro al recordar su experiencia en la apertura del seminario en el Monasterio de Monte Corbán (Cantabria). "Un día al vicario general, con el obispo, le dije que no sé para qué nos reunimos si no hay nadie a quien nombrar. Si no se abre el seminario, no hay futuro", ha precisado. Finalmente, se abrió el seminario y muchos sacerdotes actuales fueron formados allí.
Para Osoro, el hogar juega un papel fundamental en la formación de nuevas vocaciones. "Cuando Dios es importante en la familia, se transmite, se contagia de alguna manera. No hablo de padres que obliguen, sino padres normales, de misa de domingo” ha señalado.
El papel de la educación y los jóvenes
El arzobispo emérito de Madrid también ha subrayado la relevancia de la educación católica, asegurando que nos la jugamos en este ámbito. "Lograr proponer a quienes tienes al lado una manera de entender la vida que no es imponérsela, sino una manera agradable, porque construye siempre y pone a los demás como el más importante, tal y como lo entendió Jesucristo", ha puntualizado.
Sobre los desafíos en tiempos de secularización, Osoro es claro: "El centro tiene que estar en Jesucristo. No es una anécdota más, es una persona que, cuando entra en tu vida, la fragua y te da una forma de vivir con los demás".
Asimismo, el cardenal Osoro ha expresado su admiración por los salesianos y su labor en la pastoral juvenil. "A los salesianos les debo todo. Nunca les podré agradecer lo que me han dado. Pienso que tiene muchas cosas que decir su espíritu hoy. Es más necesario que nunca, hablar a los jóvenes al corazón como hacía Don Bosco, y no teóricamente, sino junto a ellos, estar en el patio con los chavales. Estar con los jóvenes”.
Osoro ha concluido con un mensaje de esperanza cristiana: "Es saber que Dios está a tu lado, que ha venido a este mundo a acompañarnos, que no es un ausente, sino un presente real en tu vida".