La celebración de la Misa Crismal: el "sí quiero" de los sacerdotes

Juan Carlos Mateos, director de la Comisión Episcopal para el Clero, explica la importancia de esta celebración: "Hacemos nuevas nuestras promesas en el corazón y en la vida"

La celebración de la Misa Crismal: el "sí quiero" de los sacerdotes

Redacción Religión

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Dentro de las celebraciones de la Semana Santa, tiene una gran importancia la celebración de la Misa Crismal, en la que se bendicen los óleos, se consagra el crisma y los presbíteros renovamos las promesas sacerdotales que, públicamente, hicimos el día de nuestra ordenación, y que año tras año, las vamos renovando, es decir, ‘las vamos haciendo nuevas’ en el corazón y en nuestra vida.

Con este motivo, queremos ofrecer la lectura de un libro clásico, que la editorial EDICE pone en nuestras manos. Un libro muy difundido hace algunos decenios en todos los Seminarios y presbiterios de Europa, y que por primera vez aparece en versión española. Su aparición fue un ‘boom editorial’ de su tiempo. Pero, tras el Vaticano II, en que se ha renovado la vida y el ministerio de los sacerdotes, pareciera que todo es “diferente”. Entonces, ¿qué sentido tiene publicarlo ahora? ¿Qué razones hay para volver a una obra de hace tantos años?

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Un servicio para los sacerdotes y seminaristas

Ya en su tiempo, cuando nuestro autor, el dominico Céslas Spicq, publicó en París San Pablo. Las Cartas pastorales, en el año 1947, los biblistas de las Facultades de Teología tomaron esa publicación como obra de referencia para el estudio y explicación en el aula de esos escritos ‘paulinos’. Fue tal la aceptación que, a los pocos años, y respondiendo a la invitación de sus hermanos de hábito, el padre Spicq publicó un texto de meditación, más accesible y divulgativo, basado igualmente en las Cartas a Timoteo y Tito, con el título de Espiritualidad sacerdotal según san Pablo. La edición aparece en 1950 en la prestigiosa editorial Du Cerf.

El autor de este libro clásico, publicado por la Comisión Episcopal para el Clero y los Seminarios con vistas a prestar un servicio a los seminaristas y sacerdotes de lengua hispana, es más un “sabio dominico” que un “profesor exegeta”. Se trata de un libro que merece la pena que vuelva a circular entre nosotros.

La actualidad del tema y del autor quedan puestos de manifiesto cuando en la última predicación de Cuaresma del año 2022 (8 de abril), el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, hablando al papa y a la Curia Romana del “espíritu de servicio” y comentando el texto tan sacerdotal de Jn 13, 1-13 concluye: “el lavatorio de los pies -decía mi profesor de exégesis en Friburgo, Ceslas Spicq- es ‘el sacramento de la autoridad cristiana”. Este sabio predicador capuchino acude a las fuentes de su viejo profesor dominico.

Reflexión que se transforma en meditación

El lector de hoy, en esta Espiritualidad sacerdotal según san Pablo, encontrará lo que un experimentado biblista, el padre Spicq, ha entresacado de las Cartas apostólicas atribuidas a san Pablo. No es un tratado sobre el sacerdocio, sino una meditación sobre la espiritualidad del sacerdote, esa que brota del ministerio presbiteral o sacerdotal, conferido mediante el sacramento del Orden. Hay momentos en que parece que la reflexión se transforma en meditación y las consideraciones sobre el sacerdocio rompen en admiración. La vivencia apostólica y el testimonio de san Pablo, puestas por escrito en sus Cartas, han servido de orientación a cristianos y sacerdotes de todas las épocas. Pablo de Tarso ha vivido la misión que el Señor le confió, y en sus escritos transluce esta vivencia. Sus cartas no son asépticas e impersonales, sino que en cada línea y en cada versículo se manifiesta el alma y el corazón del Apóstol, modelo de todo sacerdote. Los deseos y anhelos del Apóstol de los gentiles, sus luchas y fatigas, sus proyectos... son los deseos y anhelos, luchas y fatigas de todos los sacerdotes.

Para los seminaristas y presbíteros del siglo XXI, puede ser un acicate y un estímulo, ante el reto de la nueva evangelización, aprender del Apóstol el nuevo ardor y las nuevas expresiones que el mundo de hoy necesita para que Jesucristo sea anunciado y el Evangelio predicado. Las actitudes que san Pablo testimonia, válidas para todo cristiano -sacerdote, seminarista o consagrado- son básicas, esenciales e ineludibles; sin ellas ningún método evangelizador resultará eficaz ni fructuoso. San Pablo, el hombre apasionado y reflexivo, el luchador incansable hasta la extenuación, el apóstol directo e incisivo, capaz de ternura y de amor, fiel a sí mismo y hombre de una pieza, sigue siendo modelo para todos, y este trabajo del padre Spicq nos permite acercarnos a sus Cartas pastorales desde una perspectiva bíblica y espiritual, y descubrir algunos rasgos que, quizá, nos hayan podido pasar desapercibidos.

Motivaciones ‘sacerdotales’

Después de leer estas páginas del padre Spicq, seguramente el lector considerará que este libro tiene su propia luz, y es una estupenda oportunidad para que cualquier seminarista o sacerdote pueda profundizar en el don recibido. El exégeta dominico nos adentra en el alma de Pablo y en su acción apostólica; nos presenta sus luchas y dificultades, sus triunfos y tropiezos… pero, sobre todo, con sus certeros análisis bíblicos y sus ricas consideraciones espirituales, pone ante nuestros ojos las motivaciones ‘sacerdotales’ que el Apóstol dio a quienes debían sucederle en su misma misión evangelizadora.

En su momento eran Timoteo y Tito, entre otros. Ahora somos todo el “santo pueblo fiel de Dios”, pero especialmente los obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas. La experiencia de san Pablo es tan universal, que resulta casi obligado tener en cuenta, también hoy, sus mismas palabras. El padre Spicq ha cumplido notablemente la recomendación que da san Buenaventura: “No crea nadie que le basta la lectura sin la unción, la especulación sin la devoción, la investigación sin la admiración, la circunspección sin el regocijo, la pericia sin la piedad, la ciencia sin la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio sin la gracia divina, el espejo sin la sabiduría inspirada por Dios”. El lector encontrará en este texto una ayuda para su vida espiritual y para profundizar en sus conocimientos exegéticos. Esta es una de las obras que no debieran olvidarse, pues sigue siendo de gran actualidad lo que leemos en cada uno de sus doce capítulos.

Cristo Jesús ha puesto el don de su salvación en nuestras ‘pobres y pecadoras’ manos, pero quiere seguir haciendo presente su salvación entre los hombres a través de los sacerdotes. Con san Pablo, sabemos en quién hemos puesto nuestra confianza (2 Tim 1,12), conscientes de que «la esperanza no defrauda» (Rom 5, 5). Sabemos que caminamos … con Quien ya ha vencido.

Que María, Reina de los Apóstoles y Madre de los sacerdotes y seminaristas, y Madre de la Iglesia, interceda por nosotros y nos conceda la intimidad y el ardor misionero de Pablo, para que nosotros también llevemos el nombre de Cristo «hasta los confines del mundo».