¿Cuida la sociedad a las personas vulnerables o se ven abocadas a la exclusión por falta de compromiso social?

El sociólogo y filósofo Sebastián Mora explica a ECCLESIA la importancia de las condiciones estructurales en una "cultura del cuidado que tiene que cuidar desde el corazón"

¿Cuida la sociedad a las personas vulnerables o se ven abocadas a la exclusión por falta de compromiso social?

Sara de la Torre

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El cuidado ha de darse en unas condiciones sociales concretas: estructurales, económicas y políticas muy determinadas”. Así lo ha explicado para ECCLESIA, Sebastián Mora, doctor en sociología y licenciado en Filosofía y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas. Con ese eje, Mora participó en las II Jornadas Diocesanas de Salud que organizó la diócesis de Vitoria, que ahondaron en el acompañamiento y en la atención integral a toda persona.

“Toda sociedad, también en un contexto social, en un contexto ético y en un contexto económico y político, tiene que poner en el centro del corazón la atención a la persona”, ha asegurado, Por eso, “ese cuidado cercano a la persona y de los contextos, merecen un compromiso con las condiciones estructurales. No podemos olvidar que muchas de las personas que sufren la vulnerabilidad social lo hacen porque las condiciones estructurales los lanzan a ella”.

Cuidar "cuidadosamente"

La cultura del cuidado, como compromiso común, quiere proteger y promover la dignidad y el bien de todos, como una disposición al cuidado, a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la recuperación, al respeto y a la aceptación mutuos, para construir la paz. Por eso, Mora expone que “cuidar cuidadosamente” significa poner en el centro a la persona, “el corazón de la persona, la vida de la persona, pero atendiendo a toda la realidad que le rodea”.

Si estamos acompañando a una persona en soledad, ejemplifica el profesor, “y el rato que estamos con esa persona en soledad, hay mucha cercanía, hay mucha calidez, hay mucha calidad en el trato, pero esa persona vive en un piso de cinco alturas, sin ascensor, vive sin calefacción, vive con una nutrición deficiente, vive sin tener los mínimos para una vida digna… podemos estar teniendo una relación de ayuda muy positiva, pero no estamos cuidando cuidadosamente todo lo que representa la vida de esa persona. Porque cuidar es también luchar por los derechos sociales. Cuidar es también generar vinculación comunitaria y cuidar también, sin duda ninguna. Ese abrazo tierno que acompaña a las personas”.

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Acabar con la vida no puede ser la solución

Por todo ello, en este momento en el que la pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida y ha suscitado solicitud por los cuidados, en España se aprueba una Ley de Eutanasia. No obstante, ha crecido la conciencia de que acabar con la vida no puede ser la solución para abordar un problema humano. “Precisamente las personas que no tienen cuidado el contexto comunitario son los más propensos a pedir esa eutanasia. Es decir, que tiene también condición social”.

Por eso, plantea “proponer las muchas alternativas” que no solo son tienen que ver con los cuidados paliativos, sino “con el cuidado de las condiciones sociales que proporcionen una vida digna. Una sociedad del cuidado es aquella comunidad que sabe cuidar a las personas en su contexto. La comunidad de los cuidados se adelanta a las a la gestión de lo profesional, porque la misma comunidad voluntaria a la que acoge y sin duda ninguna sociedad de los cuidados, pone en el centro a la persona, pero también a la familia”.

La esencia de lo humano

Dentro de ese cuidado, hay que tener en cuenta “al cuidador”. Es decir, “acompañar al que acompaña”. “Una comunidad de los cuidados sabe cuidar a aquella persona frágil, pero sabe cuidar al cuidador y sabe generar prácticas simétricas, prácticas relacionales, prácticas de un dinamismo de lo personal entre la comunidad cuidadora y la comunidad que se deja cuidar, entre la persona cuidadora y las personas cuidadas. Porque todos en nuestra vida necesitamos cuidar y ser cuidado, y eso es una constante antropológica. Eso pertenece a la esencia de lo humano”.

Por último, ha querido destacar que en el corazón del Evangelio “está la llamada de ese rostro concreto que nos interpela. Hay muchas cunetas de la vida y hay muchas personas heridas que nos interpelan”.

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