El día que el Arzobispo de Madrid hizo llorar a los presos de Soto del Real: "Es una experiencia inigualable"

El cardenal Carlos Osoro ha concedido una entrevista a 'Aleluya' para desgranar los entresijos de su nueva publicación: 'Mi maestro fue un preso'

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José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Si por algo se ha caracterizado siempre el Arzobispo de Madrid, es por su cercanía con los presos de Soto del Real en la capital de España. Además de celebrar la Eucaristía en el recinto, el cardenal Carlos Osoro acompaña y asiste a los presos.

Los presos veían en él un religioso cercano. Tanto es así que durante años ha recibido la carta de un gran número de personas que permanecen entre rejas para abrir en canal su corazón. Y esas 49 cartas se ha transformado en un libro con las respuestas y reflexiones que el cardenal realizaba a cada uno de ellos: ‘Mi maestro fue un preso’, Diálogos en Soto del Real, que publica el Grupo de Comunicación Loyola.

Cada carta es un breve testimonio desde la cárcel. Textos donde afloran las cuestiones más humanas: amor, familia, perdón, fe, el sentido de la vida y la condición del ser humano para retomar el camino extraviado.

El Arzobispo de Madrid ha recibido a Aleluya en su casa de la madrileña calle San Justo para, literalmente, hablar de su libro. La fecha elegida para su publicación, en Cuaresma, (según el autor de manera no intencionada) no puede ser más oportuna, cuando los corazones de los cristianos renuevan su fe en Cristo. Un momento para la conversión.

“No ha sido intencionado, el libro ha salido cuando se ha tenido oportunidad. Es un proyecto que tenía desde hace mucho tiempo, pero tengo tantas cosas que he tardado en componerlo. La intención fundamental es que seamos capaces de acercarnos a lugares donde no solamente hay vivencia de Evangelio, sino que nos pueda regalar a nosotros modos de vivir eso que nos dice Nuestro Señor, ese amor de los unos a los otros que se da en la cárcel”.

"Los presos tienen derecho a ser perdonados por la sociedad"

Tal y como hemos comentado anteriormente, el Arzobispo de Madrid siempre ha mostrado una gran sensibilidad con las historias que se esconden detrás de los presos. Un colectivo que a veces recibe en exceso el látigo del rechazo y la exclusión. Una realidad que lleva al cardenal a asegurar que en España nos falta cierta conciencia social sobre el derecho a recibir una segunda oportunidad.

“Yo creo que sí falta. Por eso, tenemos que aprender de los que están en esa situación de los internos, donde te encuentras con buenos corazones y salen cosas muy buenas cuando te acercas a ellos, pese a su soledad, vivir apartados de los suyos. A veces cuando me pongo aparte en la prisión para que venga a hablar el que quiera, es impresionante lo que te cuentan y la necesidad que tienen de contar y de ser escuchados”.

En realidad, en ‘Mi maestro fue un preso’ se habla de uno de los principios del cristianismo: el perdón: “En la cárcel nadie es más que otro. El Señor se acerca al corazón de todas las personas para decirles ‘yo te perdono’. Ellos lo saben y vienen a confesarse. No es algo secundario para ellos”, reflexiona.

Pero ese paso para volver a confiar en una persona que ha pasado días y noches entre rejas es un ejercicio de fe que no todos están dispuestos a dar. En el mercado laboral está mal visto, dicho sin paños calientes. Esto hace que muchos de ellos caminen por la vida entre obstáculos y teniendo que pedir perdón por cada paso que se da, tal y como ha comentado el Arzobispo de Madrid, quien ha confesado que en las cartas que recibe de los presos se hace referencia precisamente al perdón.

“Son cartas tremendamente humanas. Cuando Jesucristo entra en la vida de un ser humano, sabe que Jesús abraza a esa persona en cualquier condición en la que esté. Lo importante es lo que ocurrirá después. Por eso es fundamental todas las tareas que hagamos por acercarnos más a los presos”.

El Jueves Santo que el cardenal Osoro emocionó a los presos

El cardenal ha recordado en este punto una reflexión que pronunció un Jueves Santo: “En un lavatorio de los pies, trataba de hacer ver a los presos de lo grande que es el Señor. Todos tenemos los pies sucios, porque todos tenemos algo de lo que arrepentirnos. Pero lo más importante es que el Señor se arrodilla ante nosotros, ante lo más sucio, para limpiarnos. Todos necesitamos que nos laven los pies porque tenemos algo que no está limpio. Que Dios lo limpie es una experiencia inigualable. Algunos lloraban tras aquella reflexión”, evocaba en Aleluya quien fuera también Arzobispo de Oviedo, Ourense y Valencia.

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