La Virgen que viajó a la luna: así se "coló" María en la misión del Apolo XI
Felipe, un hombre de Pozoblanco, Córdoba, envió una estampa de la Virgen de Luna a los astronautas del Apolo XI. Su hijo, Rafael, nos recuerda la historia
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La llegada del hombre a la luna es uno de los grandes hitos de la historia de la humanidad y de la carrera espacial. La Virgen María, como Madre de la Humanidad, tampoco se lo quiso perder. La Virgen de Luna de Pozoblanco, Córdoba, llegó hasta las manos de los dos astronautas de la misión del Apolo XI . El 16 de julio de 1969, el cohete Saturno V despegó de la base estadounidense de Cabo Cañaveral, Florida, con esta devoción a bordo. Te contamos la historia de el día que la Virgen se "coló" en la misión del Apolo XI que llegó a la luna hace hoy 50 años.
La Virgen que viajó a la luna
La patrona de Pozoblanco y Villanueva de Córdoba descansaba como cualquier otro día de los años 60 en el Santuario de la Jara, recuerda Emilio Gómez, de COPE Pozoblanco. Las dos localidades también estaban pendientes del hito espacial que se iba a producir desde Florida, a miles de kilómetros de distancia.
La Droguería Moreno, uno de los comercios locales de Pozoblanco, fue el lugar donde surgió la idea. Felipe Sánchez Urbano era, por entonces, dependiente del local y y fue el artífice del plan. El también secretario de la Cofradía escuchó la noticia por la radio y se le ocurrió que la Virgen de Luna podía estar en este viaje tan apasionante que conmocionó al mundo.
Así, Felipe escribió una carta a cada astronauta y metió en cada sobre una pequeña estampa de la Virgen de Luna. A la primera misiva, le siguieron más, hasta que recibió una respuesta. Su hijo, Rafael, de 57 años, recuerda que lo hizo "con mucha intensidad" pero "con mucha humildad".
La carta llegó en septiembre de 1969 a su casa en la calle Vizcaíno. El código postal era el 77058 y el remitente era nada más y nada menos que la NASA. Al abrir el sobre, Felipe se encontró con una foto de los dos astronautas, firmando y agradeciendo los esfuerzos de la Cofradía por hacerles llegar el apoyo de la Virgen de Luna.
"Mi padre cuando se emocionaba sin poder hablar hablar un rato. Tengo esa imagen guardada. Esos momentos de emoción que él vivió y que transmitió con su silencio porque muchas veces no era capaz de expresar la alegría que llevaba por dentro", cuenta. Si él estuviera entre nosotros, se quedaría sin palabras otra vez", añade.
Felipe trató por todos los medios de dar un paso más. Quería que alguno de los tripulantes del Saturno V, algún embajador o personal de la agencia espacial más grande del mundo vinieran al Santuario de la Jara. Sin embargo, falleció en 1997 con ese sueño por realizar. Sí consiguió mantener el intercambio de correspondencia durante seis misiones más: del Apolo XI al Apolo XVII.
Rafael sigue recordando a su padre como "una persona muy sencilla, muy implicado con su pueblo" y con su Virgen de Luna y con la Hermandad de Jesús Nazareno. "Reconozco a mi padre siempre en las personas que me lo siguen recordando".
Tal era su devoción por María que, de hecho, cogía sus únicas vacaciones del año en el mes de enero. Eran los 15 días que dedicaba a "preparar todo lo que concernía a la romería de su Virgen de Luna", siempre apoyado por su mujer.