La escuela de Valdemoro que transforma la vida de jóvenes sin esperanza: “Acogemos a alumnos que otros centros no quieren porque han fracasado”

El programa 'Solidarios por un bien común' conoce a fondo la labor humana y formativa que desarrollan los docentes, directivos y el capellán de este centro de Cáritas: "Nos preocupamos por cada alumno"

Arzobispo Morcillo

Redacción Religión

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La Escuela Comarcal 'Arzobispo Morcillo' en Valdemoro, al sur de Madrid, ofrece desde hace más de sesenta años una formación profesional con enfoque humano y social, de la mano de Cáritas. Su objetivo no es solo formar a los alumnos en competencias técnicas, sino también darles esperanza y un futuro laboral estable.

El centro cuenta con una amplia oferta educativa adaptada a las necesidades del mercado laboral. "Nuestra oferta educativa está muy centrada en líneas con alta empleabilidad. Queremos que nuestros alumnos puedan construir una carrera profesional, mantener una familia y romper el techo de cristal que a veces encontramos en la periferia", explica César Rodríguez, director del centro en el programa 'Solidarios por un bien común' de TRECE.

Los alumnos pueden formarse en especialidades como electricidad, automoción, administración, finanzas, marketing y publicidad.

Además, el modelo educativo se adapta a distintos perfiles. "Les damos la oportunidad de empezar con un grado básico desde los quince años, pero también de acceder a un grado medio o superior, asegurándose así un empleo bien remunerado", añade Rodríguez.

 Una segunda oportunidad para los jóvenes  

Muchos de los alumnos de la escuela han pasado por situaciones de fracaso escolar o entornos familiares difíciles. "Tenemos alumnos con más de dos años de desfase curricular, que han sido descartados en otros centros y aquí encuentran una nueva oportunidad", explica una de las profesoras de 'Arzobispo Morcillo' .

De ahí que el primer paso es que se sientan en casa y vuelvan a disfrutar del aprendizaje. Para ello el acompañamiento individual es clave. "Si un alumno tiene problemas en la calle o en su entorno, aprender Matemáticas o Lengua no será su prioridad. Primero necesita estabilidad emocional y social", agrega otra docente.

Por eso, el centro trabaja en un enfoque integral que refuerza la autoestima y las habilidades personales de cada estudiante.

 Profesores que inspiran  

El equipo docente de la escuela está compuesto, en parte, por antiguos alumnos que han decidido devolver a la comunidad lo que recibieron. Es el caso de Fausto Siles, responsable del taller de electricidad: "Fui alumno y me quedé como profesor. Una vez metido en el mundo industrial, sientes la necesidad de compartir lo que aprendes", comenta.

Otro caso es el de Juan Carlos Rodríguez, quien lleva 47 años vinculado a la escuela. "Entré con once años, hice la formación profesional y luego me convertí en profesor. Aquí nos preocupamos por cada alumno, conocemos sus problemas y trabajamos con ellos para que puedan salir adelante", ha subrayado.

La experiencia de los alumnos refuerza la efectividad del método. "Aquí los profesores te explican hasta que lo entiendes, no paran hasta que lo comprendes", dice Sergio, uno de los estudiantes.

Andrey, otro alumno, agrega: "Aquí te motivas y consigues todo. Me gustaría estudiar mecánica el año que viene".

 La labor espiritual: apoyo y acogida  

Dentro de la escuela, la formación no se limita a lo académico. El capellán Jorge Revuelta cumple un papel fundamental en el acompañamiento de alumnos y profesores. "Me encargo de rezar por estos chicos, por los profesores y por todos los que forman esta gran familia", explica.

Su función no es solo religiosa, sino también de apoyo emocional y humano. "Aquí acogemos a alumnos que otros centros no quieren porque han fracasado, porque se piensa que no llegarán a nada. Mi misión es que puedan experimentar el amor de Dios, que sepan que nadie los rechaza y que siempre hay una oportunidad para ellos".

El capellán también destaca cómo la escuela ha transformado su propia forma de vivir la fe. "Este centro me sirve para conectar con la juventud y me ha cambiado hasta mi manera de rezar. Antes lo hacía por obligación, ahora lo hago con el corazón, recordando a los alumnos, profesores y familias que han pasado por aquí y me han conmovido".

Más que un centro educativo, la Escuela Comarcal 'Arzobispo Morcillo' es un lugar donde los jóvenes encuentran una nueva oportunidad y el apoyo necesario para construir su futuro.