Fallece su dueño y el gesto de fidelidad de su perrito deja a todos los vecinos boquiabiertos

El dueño perdió la vida y su mascota no dudó en mostrarle su amor y fidelidad de esta manera tan peculiar y especial

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Todas las mañanas Oliver camina hasta el cementerio. Cuando llega a la puerta, espera que alguien le abra la puerta para poder acceder y dirigirse a una capilla. Es una manera de transmitir la idea al entorno de "aquí estoy, un día más". Una vez se encuentra frente a la capilla, se acerca a la franja de césped donde se halla una tumba, y permanece quieto por periodo de un minuto. A continuación, regresa a su casa.

Es la rutina que el perro Oliver sigue a rajatabla desde el año 2011, cuando falleció su dueño, Daniele Gaspari, que era el mecánico del pueblo donde residía, Motta Baluffi, una localidad de apenas 893 habitantes ubicado en la provincia de Cremona (Italia). Desde su muerte hace nueve años, la mascota se dirige cada día a su tumba donde está enterrado. Durante los primeros años de vida, Oliver acompañaba a su madre Desy al cementerio, que a su vez era el otro perro de Daniele Gaspari.

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Un camino que Oliver conoce desde pequeño

Desde 2011, Oliver acudía con mamá Desy al cementerio y esperaban a que alguien abriera la puerta para poder acercarse a la tumba de quien fue su dueño. La madre de Oliver, Desy, era algo más que un perro fiel. "Era su sombra", comenta la esposa de Daniele Gaspari. Como estamos comentando, mientras tuvo fuerzas, Desy no fallaba ni un solo día en su visita a Daniele.

Pero Desy también falleció como consecuencia de su avanzada edad, a los 16 años. Pese a su ausencia, Oliver no ha querido abandonar la tradición iniciada por su madre, y sigue acudiendo al cementerio día tras día. En la actualidad, convive con la viuda y los hijos de Daniele. Pese a la muerte de su dueño y de su madre, Oliver recibe cada día el amor y los mimos de la familia.

Eso no implica que no eche de menos a Daniele. Tanto es así que, tras aprenderse el recorrido durante sus primeros años de vida hasta la tumba, la visita diariamente. A día de hoy es imposible conocer el impulso que llevaba a Desy primero y a Oliver después a emprender esta rutina, aunque demuestra que la fidelidad de los perros puede llegar a ser muy superior al de los seres humanos.

"Las mujeres que van al cementerio siempre me dicen que parece que va a buscar a su esposo" asegura la esposa de Daniele, que comenta que Oliver nunca molesta a nadie en el campo santo: "Nunca tuvimos algún problema. Espera a que alguien abra la puerta por la mañana y luego se va".

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El coronavirus no ha parado Oliver

Ni siquiera el cierre del cementerio como consecuencia del coronavirus ha detenido a nuestro protagonista. Oliver no quiere saber nada del Covid-19. De hecho, él no es el único animal que frecuenta el cementerio. Una liebre también apareció una de las mañanas. Pero tal vez esto sí que se tratara de una coincidencia.

Desy y Oliver representan la sucesión de una bella tradición. Una historia de amor entre el hombre y las mascotas que trasciende esta vida. Como decimos, es una fuerza o una conexión que no se puede explicar.

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