La historia de Alba, la bebé que necesitó una transfusión de sangre para sobrevivir: "Dios estaba con ella"
Su madre, Silvia, ha relatado como vivió aquellos momentos angustiosos junto a su hija
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En España hay miles de héroes anónimos que, de manera altruista, ofrecen su tesoro más valioso, su sangre, para salvar las vidas de aquellas personas que necesitan de una transfusión para sobrevivir. Además, España es una asignatura que aprueba con nota. Cuenta con 25,41 donantes activos por cada mil habitantes, por encima de la media europea de 22 por cada mil personas, según las últimas cifras disponibles de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia correspondientes al año 2016.
Como hemos comentado, este sencillo acto de donar es esencial para que otras personas salgan adelante. Fue el caso de la hija de Silvia, Alba, que a las dos semanas de nacer le diagnosticaron una malformación en el corazón. Una patología que sufren doce de cada 100.000 niños en nuestro país. Se debía actuar con rapidez, pues de lo contrario, Alba hubiera fallecido: “Fueron momentos de impotencia, de no saber por dónde empezar. Gracias a la ayuda del doctor Maroto, cardiólogo del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), que nos dio los mejores consejos, decidimos llevarla a este hospital para operarla. Sus profesionales tienen mucha experiencia en esta patología”, detalla Silvia.
Los donantes, voluntarios de Cruz Roja y profesionales sanitarios, conformaron el equipo médico de Alba, y gracias a los cuales a día de hoy, con apenas año y medio de vida, sigue entre nosotros: “Sin sangre, la operación no se podría haber llevado a cabo. Fue una intervención durísima, de unas doce horas, en la que surgieron múltiples complicaciones. El postoperatorio fue también durísimo, en el que las donaciones también jugaron un papel esencial.”
Para Silvia, el papel que desempeñan los donantes es equivalente al aire que se respira: “Lo que te regalan son vidas.” La madre de Alba reconoce que sintió mucha impotencia en aquellos momentos: “Le dije a mi marido que no podíamos hacer nada. No somos médicos. Nosotros la bautizamos como creyentes para que estuviese acompañada de Dios y tratara de ayudarla, además de ofrecerle todo nuestro amor y que la niña nos notara cerca.”
Una vez superado aquellos momentos dramáticos, Silvia define a su hija como una bebé valiente y luchadora: “A día de hoy se encuentra bien pese a seguir en riesgo. Ya estamos en casa, y todo está controlado. Está viva, y vivimos el día a día con ella. Poco a poco llevará una vida normal.”
Pero este episodio ha marcado mucho a Silvia: “De hecho, yo ahora apenas puedo subir a los autobuses de donación de Cruz Roja, porque cuando lo hago me echo a llorar. En las donaciones yo contemplo vida. Regalan vida. Es algo mágico. Me emociona ver como los donantes dan lo más valioso que tienen, que no es el dinero, es su sangre.”
En unos añitos, no muchos, Silvia y su marido contarán su historia a Alba. Lo harán con la mayor naturalidad posible: “Ella tiene que saber que es una privilegiada, porque hay otros niños con su misma patología que no salen adelante, o lo hacen sin calidad de vida. Yo ya noto que Alba es consciente de ello. Es una niña muy especial.”