La historia de Carlos, un joven salmantino al que Bolivia le cambió la vida

"Que allí no tienen nada es literal", explica para dar voz a los niños "de la calle" a los que atendió durante su experiencia misionera este último verano

La historia de Carlos, un joven salmantino al que Bolivia le cambió la vida

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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“Me ha sorprendido la pobreza y la situación de los niños que están en la calle”. Así lo ha explicado el joven salmantino, Carlos Rodríguez, en el programa de El Espejo de Salamanca, donde ha querido compartir su experiencia como misionero durante el mes de agosto en Bolivia.

Misión por todo el mundo

Y es que la experiencia misionera tiene muchas vertientes. A los religiosos, sacerdotes y laicos que dedican su vida a la misión por todo el mundo también se suman las experiencias puntuales como la de este joven informático que viajó hasta Bolivia el pasado mes de agosto.

En la ciudad de Santa Cruz, “acabé de estudiar justo este año y vi que era el momento”. Él es monitor en el centro juvenil de los Salesianos y fue allí donde le hablaron de la posibilidad de realizar una experiencia misionera, la que finalmente fue junto a un amigo.

“Nosotros estábamos con los niños desde las siete de la mañana, desayunábamos con ellos, y estábamos en clase, donde había varias secciones, que iban por la mañana y por la tarde“, relata este joven. En su caso, trabajó junto a niños que habían sufrido acoso o con tema de drogas, “y estaban en el centro por decisión de sus padres o por el gobierno.

La historia de Carlos, un joven salmantino al que Bolivia le cambió la vida

La situación en la calle

El joven se ha sorprendido de de la situación de los chavales con los que trabajaban, los que salían a la calle, “que consumían una droga que era como el pegamento”, y sufrían mucho, “muchos no tenían comida ni donde dormir”, aunque había sitios de acogida que eran voluntarios.

Una probreza y “un choque” respecto a España, “que solo ves en las series o en los documentales, que allí no tienen nada, y es literal”. Cuando llegaba una donación de juguetes o cualquier cosa, “los chicos se animaban muchísimo”. En la zona donde estuvo, las calles no estaban asfaltadas, “de primeras me sorprendí demasiado, y no me imaginé que ellos iban a estar así”. De toda su experiencia se queda con el cariño que le han dado los niños, “y ver como si te preocupabas por ellos, era recíproco”.

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