Juan Larrú, en la apertura del curso en San Damáso: “Forjar unidad es lo propio del Espíritu Santo”

El vicedecano de la Facultad de Teología ha inaugurado el curso con una 'Lectio inauguralis' sobre El don del Espíritu Santo en el dinamismo afectivo.

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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Juan de Dios Larrú, catedrático de Moral Fundamental y Vida cristiana y vicedecano de la Facultad de Teología, ha inaugurado el curso académico 2023-2024 en la Universidad Eclesiástica San Damáso con una 'Lectio inauguralis' sobre “El don del Espíritu Santo en el dinamismo afectivo”.

Reflexionando sobre el pasaje del Evangelio donde Cristo habla con la mujer samaritana en el pozo de Jacob, lugar “altamente simbólico y evocador” (Jn 4,10), el profesor ha subrayado, siguiendo la interpretación de San Agustín, que “la mujer es figura de la Iglesia en vía de ser justificada. Por provenir de un pueblo extraño a los judíos, en ella podemos reconocernos. Es también figura del catecúmeno, iluminado y convertido por la fe, que desea el agua viva, y es purificado por la palabra y la acción del Señor.

La petición de la mujer, “dame de beber” (Jn 4,7), “evoca un nuevo Israel que tiene sed de algo más importante que el agua. La expresión tiene un elemento de ruego y otro de mandato”. “Esta experiencia humana común de la sed, suscitadora de este diálogo, va a ser el camino que permita revelar quién es Jesús y a la vez, quién es esta mujer. Y es que tener algo en común, forjar unidad, ser comunión, va a ser lo propio y lo peculiar del Espíritu Santo en cuanto Don”, ha afirmado Juan de Dios.

Cristo habla al corazón de esta mujer y para san Agustín “el corazón es el centro del hombre, la sede del deseo y del amor. El corazón humano se asemeja a un pozo por su profundidad e insondabilidad”. El objeto de esta 'Lectio inauguralis', según el profesor, era “abordar la pregunta por la modalidad de la sinergia entre el Espíritu Santo y el corazón del hombre”.

La crisis antropológica

Una cuestión que recibió sus primeras respuesta en la teología patrística, pero que “hoy adquiere acentos nuevos que requieren una mayor profundización. La crisis antropológica que eclosiona en la edad moderna ha ido configurando un sujeto fragmentado, dominado interiormente por la emotividad y guiado exteriormente por la utilidad. La mala fama de la moral ha acompañado este complejo proceso moderno, suplantada con frecuencia por la ética, más sobria y laica”.

Continuando en su discurso, Juan de Dios Larrú ha advertido que “si se sigue la sensibilidad cultural actual, sentir empáticamente con el otro no resulta complicado. Pero no basta con empatizar, pues se corre el riesgo de que la fe deje de ser motor de acciones y generadora de cultura, para refugiarse en un espacio cerrado que remite, a lo sumo, a un cristianismo puramente espiritual, que no toca la carne del hombre, que no da forma a su obrar y que no clarifica su vocación y su destino”.

“No es difícil constatar que en el proyecto moderno, la afectividad no ha encontrado su lugar en la moral, sino que, dentro del panorama del pensamiento religioso de la época, se la ha vinculado especialmente al ámbito de la espiritualidad”, ha subrayado el profesor durante el discurso inaugural. En sus conclusiones, el profesor remarca que el diálogo de Jesús con la samaritana “nos revela que la acción de Cristo y la acción del hombre pueden encontrarse y entrar en una singular sinergia, gracias al don del Espíritu” y ha lamentado que “la sociedad posmoderna secularizada niega la posibilidad de esta sinergia”.

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