Julián de Armas, toda una vida al lado de los ancianos: "En esta casa no se viene a morir, se viene a vivir"
En este mes de julio, el Papa Francisco ha pedido rezar por los mayores y ECCLESIA ha querido conocer el trabajo de un sacerdote que lleva muchos años viviendo con ellos
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Don Julián de Armas, sacerdote en Tenerife, fue durante muchos años capellán del Hospital Universitario de Canarias. Estuvo al lado de los pacientes, para paliar el sufrimiento y transmitir consuelo a quienes ya se encontraban en fase terminal. A finales de los años '80, monseñor Damián Iguacén le animó a hacer realidad el proyecto de las Casas de Acogida. Una iniciativa que comenzó en El Sauzal y fue creciendo posteriormente hasta las localidades de Icod y Tacoronte.
En este mes de julio, el Papa Francisco ha pedido rezar por los ancianos, y por esta razón ECCLESIA ha querido conocer de cerca el trabajo de don Julián en Tenerife, toda una vida al lado de los ancianos.
—Don Julián, para quien no conoce este proyecto de las Casas de Acogida, ¿de qué se trata y cuándo nació?
—Las casas de acogida nacieron en el año 1987. En aquel entonces, se celebraba en toda la Iglesia Universal el Año Santo Mariano y don Damián quería hacer algo como recuerdo, y yo le sugerí que algo bonito era construir una casa para acoger a personas que pasaban por nuestros hospitales y así poder darles una acogida temporal, mientras se recuperaban después de una cirugía o de cualquier enfermedad. Él dio su aprobación, nombró una comisión y ahí nació el proyecto. El Año Mariano tenía como eslogan “La Madre del Redentor” y por eso se le pone ese nombre. El 10 de febrero del año 1991 se abrió el primer edificio. A los tres años llegó el segundo edificio y ya el último en el 1997.
Ahora mismo hay 108 personas, con una edad media, que es un dato muy interesante, de 87,5 años.
—En el último Vídeo del Papa, Francisco pide rezar por los ancianos y dice una frase que me ha parecido muy importante: “Hay muchos planes de asistencia, pero pocos proyectos de existencia”. ¿Es lo que ha intentado hacer usted toda su vida?
—Efectivamente, yo acuñé una frase desde el primer momento: “En esta casa no se viene a morir, se viene a vivir. Y hay que dar razones para vivir”. En la última etapa de la vida vamos a dar razones para vivir, existir y que la gente se dé cuente que vive a pesar de estar en silla de ruedas o en la cama y que es útil para los demás. Vamos a darle motivos a la gente para que se sientan satisfechos con su edad, alegres por haber vivido tanto y saquen rendimiento a la vida. Hay que darle “vida a los años”. Esa frase del Papa me ha encantado y vamos a rezar en este mes de julio para todos los ancianos.
—En los últimos meses, en las Audiencias Generales, el Papa ha reflexionado sobre la vejez, y muchas veces ha hablado sobre la relación entre los jóvenes y los ancianos. ¿Ha cambiado este tipo de relación en los últimos años?
—Yo desde la experiencia que tengo de 31 años llevando esta Casa de Acogida adelante y más de 18 años que estuve de capellán en el Hospital Universitario, te puedo decir que falta mucho que hacer. Hace falta dar grandes pasos para lograr una integración: los jóvenes tiene que descubrir que los ancianos pueden aportar, y los mayores tenemos que descubrir que somos portadores de valores que la juventud necesita. El encuentro entre los jóvenes y ancianos está dando ligeros pasos, pero hay un gran vacío. Por ejemplo, son pocos los jóvenes que vienen a ver ancianos a esta casa. Pienso que en este campo aún tenemos asignaturas pendientes. El futuro va a depender de esta intergeneración: los jóvenes apoyan a los mayores, y los mayores con su experiencia existencial dan razones a los jóvenes.
—El 24 de julio se va a celebrar la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, instituida hace pocos años por el Papa. ¿Cómo lo vais a celebrar en la Casa de Acogida?
—La pandemia nos costó algunas actividades que teníamos donde invitábamos a los jóvenes, y ahora vamos a empezar a retomar con todas las dificultades que tenemos. El proyecto que tenemos, que va a depender de la evolución de la pandemia, es aparte de una fiesta interna y de una Santa Misa, sería tener un encuentro con los jóvenes y que puedan venir aquí a ver los ancianos y traerles un mensaje de vida. Depende de cómo va a evolucionar todo con la pandemia de aquí al 24 de julio.