El laicado de la Diócesis de Getafe, crítico con la futura ley de eutanasia: “Un evidente fracaso"

Los laicos de la diócesis madrileña defienden que la vida es un don, un regalo que todos hemos recibido de Dios"

El laicado de la Diócesis de Getafe, crítico con la futura ley de eutanasia: “Un evidente fracaso"

Redacción Religión

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Ante la inminente aprobación de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia después de que la norma recibiese la luz verde por parte de la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados, con el único voto en contra del PP y Vox, el laicado de la Diócesis de Getafe considera "una enorme decepción y un evidente fracaso que pueda llegar a ser aprobada, por el Congreso de los Diputados, una norma que autorice y regule la eutanasia, es decir, que establezca normas para poner fin a una vida humana".

El hombre, varón y mujer, por su propia naturaleza, sostiene la diócesis, "tiene una dignidad que no puede ser reducida por cualquier circunstancia por la que pudiera pasar a lo largo de su vida". Por ello, apuntan en la nota de prensa, "no es posible reducir esta dignidad a alcanzar determinados niveles de bienestar, subjetivamente valorados, sin tener en cuenta lo que constituye la esencia de su propia humanidad: la vida es un don, un regalo que todos hemos recibido".

Por eso, los laicos de la Diócesis de Getafe "nos adherimos a la Jornada de Ayuno y Oración, convocada por nuestros obispos, para el próximo miércoles 16 de diciembre para pedir al Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana. Si no defendemos la vida, no tenemos nada más que defender".

Asimismo, el laicado de la Diócesis de Getafe ha recomendado la lectura publicada el pasado viernes por la Conferencia Episcopal Española, en la que también se critaba la práctica de la eutanasia.

En dicha nota, el organismo episcopal lamenta que la tramitación se ha desarrollado de manera "sospechosamente acelerada, sin escucha ni diálogo público". Además, la CEE insta a las administraciones públicas a promocionar los cuidados paliativos, que ayudan a vivir la enfermedad grave sin dolor y al acompañamiento integral, por tanto también espiritual, a los enfermos y a sus familias.

1.- El Congreso de los Diputados está a punto de culminar la aprobación de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. La tramitación se ha realizado de manera sospechosamente acelerada, en tiempo de pandemia y estado de alarma, sin escucha ni diálogo público. El hecho es especialmente grave, pues instaura una ruptura moral; un cambio en los fines del Estado: de defender la vida a ser responsable de la muerte inflingida; y tambiénde la profesión médica, «llamada en lo posible a curar o al menos a aliviar, en cualquier caso a consolar, y nunca a provocar intencionadamente la muerte». Es una propuesta que hace juego con la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes en el mundo.

2.- La Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación expresa del papa Francisco publicó la Carta Samaritanus bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida. Este texto ilumina la reflexión y el juicio moral sobre este tipo de legislaciones. También la Conferencia Episcopal Española, con el documento Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida,ofrece unas pautas clarificadoras sobre la cuestión.

3.- Urgimos a la promoción de los cuidados paliativos, que ayudan a vivir la enfermedad grave sin dolor y al acompañamiento integral, por tanto también espiritual, a los enfermos y a sus familias. Este cuidado integral alivia el dolor, consuela y ofrece la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda la vida humana, incluso en el sufrimiento y la vulnerabilidad.

4.- La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida y ha suscitado solicitud por los cuidados, al mismo tiempo que indignación por el descarte en la atención a personas mayores. Ha crecido la conciencia de que acabar con la vida no puede ser la solución para abordar un problema humano. Hemos agradecido el trabajo de los sanitarios y el valor de nuestra sanidad pública, reclamando incluso su mejora y mayor atención presupuestaria. La muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral. Por el contrario, frente a la muerte como solución, es preciso invertir en los cuidados y cercanía que todos necesitamos en la etapa final de esta vida. Esta es la verdadera compasión.

5.- La experiencia de los pocos países donde se ha legalizado nos dice que la eutanasia incita a la muerte a los más débiles. Al otorgar este supuesto derecho, la persona, que se experimenta como una carga para la familia y un peso social, se siente condicionada a pedir la muerte cuando una ley la presiona en esa dirección. La falta de cuidados paliativos es también una expresión de desigualdad social. Muchas personas mueren sin poder recibir estos cuidados y sólo cuentan con ellos quienes pueden pagarlos.

6.- Con el Papa decimos: «La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza». Invitamos a responder a esta llamada con la oración, el cuidado y el testimonio público que favorezcan un compromiso personal e institucional a favor de la vida, los cuidados y una genuina buena muerte en compañía y esperanza.

7.- Pedimos a cuantos tienen responsabilidad en la toma de estas graves decisiones que actúen en conciencia, según verdad y justicia.

8.- Por ello, convocamos a los católicos españoles a una Jornada de ayuno y oración el próximo miércoles 16 de diciembre, para pedir al Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana. Invitamos a cuantas personas e instituciones quieran unirse a esta iniciativa.

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