Las víctimas de abusos reclaman a la Iglesia justicia, escucha y apoyo económico para los secularizados

Durante las 'VI Conversaciones PPC', Fernando y Hortensia han compartido su dolor como víctimas de los abusos, y reconocen la actitud de escucha de la Iglesia: "Es saludable"

Las víctimas de abusos reclaman a la Iglesia justicia, escucha y apoyo económico para los secularizados

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Escucha, prevención o un subsidio de la Iglesia para los sacerdotes y religiosas que optan por secularizarse para adaptarse a una nueva vida. Son algunas de las peticiones que han realizado dos de las víctimas de los abusos en el seno de la Iglesia durante la mesa redonda de las 'VI Conversaciones PPC. ¡Nunca Más! Abusos de poder, conciencia y sexual en la Iglesia de hoy'.

El primero en tomar la palabra ha sido Fernando García Salmones, quien sufrió los abusos de su profesor de Religión durante su etapa como alumno en el Claret de Madrid: “El infierno se repetía tres veces a la semana, y expiró cuando su verdugo se fijó en otro chaval”, relata.

Una terapia financiada por su familia y la posterior escucha de los Padres Claretianos han aliviado parcialmente el dolor de Fernando, quien años más tarde de los abusos se planteó con un compañero denunciar, pero sus casos habían prescrito. Hace unos meses compartió su historia en el diario 'El País', “porque tenía esa necesidad”, expone durante la mesa redonda.

Ha pedido a la Iglesia que ponga todos los medios para que esto no vuelva a ocurrir, y que se haga hincapié en la formación “para que un niño que sea víctima de un abuso sepa que lo que le está pasando es malo y sea capaz de decir que este profesor, cura o monja es malo y lo pueda contar”.

En este sentido, ha instado a la Iglesia a no ponerse “una armadura” para protegerse de las víctimas, sino que las escuche: “Los Claretianos nos han escuchado y creído. Sentirse escuchado es muy saludable”, precisa.

Preguntado si cree que algún día su dolor será reparado completamente, Fernando García considera que “reparar lo estropeado es difícil”, pero reconoce la actitud de “escucha” por parte de la Iglesia. “Deben implementar medios para que las personas que cuidan de los niños no estén reprimisas, o que el poder y la represión no se junten y les conviertan en monstruos”, sostiene la víctima.

Además, califica de “sanador” el hecho de que el Parlamento aprobara investigar los casos de abusos: “En el plano personal no es curable, a veces sientes cómo sería tu vida si no hubiera pasado este sujeto”, reflexiona.

Hortensia López, la excarmelita que sufrió abusos de poder

Tras Fernando, ha tomado la palabra Hortensia López, excarmelita descalza que fue víctima del abuso de poder y de conciencia en algunos de los conventos en los que permaneció durante dos décadas. En veinte años pasó por tres comunidades hasta que, en mayo de 2015, con 41 años, optó por colgar el hábito cansada de vejaciones y maltrato psicológico.

“Siempre tuve problemas con la maestra de novicia porque tenía mal genio. Yo estaba esperanzada en que una vez finalizara el proceso de noviciado todo cambiaría, pero después me di cuenta de que la priora abusaba de su poder, que favorecía el borreguismo. Te anulan como persona”, lamenta.

Ante la difícil situación que vivía en el convento, optó por solicitar amparo en tres diócesis diferente, aunque sin suerte. Incluso trató de ponerse en contacto con el Papa Francisco para contarle lo que estaba ocurriendo mediante una carta que escribió, pero que su priora impidió: “Cuando fui a la priora a entregarle la carta, se le cambió la cara y me decía que yo no estaba autorizada para escribirle. Le contesté que a un superior se le puede escrbir con carta cerrada, y la priora se enfadó y no la envió”.

Poco más tarde, durante la visita del obispo al convento, Hortensia López le entregó la carta, pero también se negó a enviarla al Vaticano, con el pretexto de que si la priora se enteraba, podría haber consecuencias para ella: “El obispo me recomendó que aguantara hasta donde pudiera, y después me marchara”, recordaba la excarmelita durante la mesa redonda de las 'VI Conversaciones PPC. ¡Nunca Más! Abusos de poder, conciencia y sexual en la Iglesia de hoy'.

Y así fue. En Sevilla, Hortensia optó por la secularización, pero insitía en compartir con el Santo Padre el calvario por el que había atravesado. No obstante, en esta ocasión tampoco pudo enviarla, ya que al estar secularizada no era viable. Por ello, optó por compartir su experiencia en un libro.

Pero los problemas de quien un día fue monja no concluyeron dejando el hábito. Al contrario. Debía adaptarse a una nueva vida, buscar un empleo con 41 años y sin apenas formación ni manejo ni siquiera de un móvil o un ordenador.

“La Iglesia debe crear un organismo para ayudar a sacerdotes y religiosas que se securalicen a adaptarse a su nueva vida porque empiezas de nuevo. No sabía manejar un ordenador o un móvil. Estuve en tratamiento psicológico. Caí en una depresión gorda por el desamaparo que sentía y del trauma por los malos tratos recibido en el convento”, ha afirmado.

Hoy por hoy, Hortensia continúa sin un trabajo estable y mantiene su herida abierta, sin cicatrizar, por lo que reclama justicia.

Luis Alfonso Zamorano: “ No estamos llegando a ese abrazo de justicia”

Luis Alfonso Zamorano, que es Misionero de la Fraternidad Verbum Dei, ha acompañado a personas que han sido víctimas de abusos. Ha pedido perdón en nombre de la Iglesia por el daño causado a las víctimas y les ha agradecido su valentía por compartir su experiencia.

“La mejor manera de reaccionar por nuestra parte es que nos dejéis tocar vuestras heridas para que curen nuestra dureza de corazón, nuestra indiferencia”.

A juicio de Luis Alfonso Zamorano, el hecho de que muchas víctimas se muestren duras con la institución eclesiástica, con manifestaciones descalificadoras llegando incluso a lo hiriente, es un síntoma de que “no estamos haciendo las cosas bien, no estamos llegando a ese abrazo de justicia ni de sus necesidades más hondas”, ha expresado.

El Misionero de la Fraternidad Verbum Dei opina que en las víctimas no existe “la sed de venganza, sino de justicia”. “La sincera disposición de justicia a las víctimas y el resarcimiento económico son los mejores indicadores para reparar”, ha añadido.

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