Los obispos expresan su decepción por el pacto de migración y asilo en Europa: “Oportunidad perdida"

La Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad humana asegura que el acuerdo "no recogeuna visión integral centrada en la persona y el bien común"

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Los obispos expresan su decepción por el pacto de migración y asilo en Europa: “Oportunidad perdida"

Redacción Religión

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"Decepción ante una oportunidad perdida para mejorar políticas y leyes vigentes respecto a la acogida y protección de migrantes y refugiados en Europa". Así de contundente se muestra la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad humana, ante el contenido de un acuerdo político entre las distintas instituciones de la UE denominado "Pacto de Migración y Asilo".

El acuerdo al que han llegado el Parlamento Europeo y los 27 estados miembros este 20 de diciembre, se compromete entre otros asuntos, "a reubicar en otros países a un mínimo de 30.000 solicitantes de asilo, refugio o protección internacional por sus circunstancias personales de especial vulnerabilidad". Por otro lado, "si un estado miembro alega que afronta una afluencia excepcional de migrantes que colapsa su sistema nacional de asilo, aunque esté muy localizada en una región o isla (como ocurre hoy en España con Canarias o en Italia con Lampedusa), se establecerán mecanismos excepcionales de solidaridad con él, obligatorios".

No obstante, a la espera de las concreciones técnicas y en base al texto presentado, la subcomisión asegura que "no encontramos en el texto un Pacto con una visión integral centrada en la persona y el bien común, sino un pacto para el control y la externalización de las fronteras". Para lo cual, "resultan preocupantes los medios y prácticas que este Pacto quiere legitimar, tales como: permitir la detención de niños a partir de los 6 años, acelerar los procedimientos de asilo en detrimento del análisis profundo de cada solicitud, permitir una solidaridad a la carta entre países, reforzar los sistemas de identificación con datos biométricos, la confusión en el uso de conceptos jurídicos indeterminados como “crisis” o “instrumentalización” que pueden suponer una utilización interesada de los mismos, destinar dinero a gobiernos de terceros países sin garantías de que en ellos se respeten los derechos humanos".

Alternativas eficaces

Por eso, aseguran que "creen que no se han abordado con rigor a nivel de la UE las alternativas que, tanto la Iglesia como tantos otros actores sociales, vienen promoviendo y pueden resultar más eficaces que las prácticas vigentes: en lugar de excusarse en el “efecto llamada”, contribuir a evitar las guerras y hambrunas promoviendo el desarrollo de las poblaciones locales y así poner el foco sobre los “efectos salida”. Todo ello, dicen "en lugar de agitar el miedo al migrante con fines electoralistas, desmontarlo con la verdad y apelando a valores humanos o religiosos. En lugar de justificarse en la lucha contra las mafias, invertir en lo que más puede restarles poder, el establecimiento de vías legales y seguras para una migración ordenada, habilitando corredores humanitarios cuando sea necesario y coordinando políticas entre las diferentes administraciones y países".