El Papa recuerda a los católicos de Singapur que "la inversión más rentable a los ojos de Dios somos nosotros”
Durante la Misa en el Estadio Nacional de Singapur, Francisco insta a los católicos del país asiático a responder con generosidad “a las necesidades de los pobres"
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El Papa Francisco ha hecho alusión a la riqueza arquitectónica que rodea a Singapur, uno de los países con mayor renta per cápita del mundo, pero precisa que sus construcciones han sido posible no tanto por el dinero o la técnica, sino por “el amor que construye”.
“En última instancia, incluso en el origen de estas imponentes construcciones no está en primer lugar, como muchos piensan, el dinero, ni la técnica, ni siquiera la ingeniería, todos medios útiles, sino en definitiva el amor, “el amor que construye”, ha expresado el Pontífice argentino durante su homilía en la Santa Misa que ha presidido en el Estadio Nacional de Singapur.
Consciente de que tal vez muchos puedan tildar de ingenua la reflexión de Francisco, el obispo de Roma recuerda que “no existe una obra buena detrás de la cual no haya, tal vez, personas brillantes, fuertes, ricas, creativas, aunque sean siempre mujeres y hombres frágiles, como nosotros, para los cuales sin amor no hay vida, ni impulso, ni razón para actuar, ni fuerza para construir”.
En este sentido, señala que sin la prevalencia del amor y la generosidad sobre el odio y el egoísmo, no hubiera sido posible “hacer crecer una metrópolis tan grande, los arquitectos no habrían hecho proyectos, los obreros no habrían trabajado y nada se habría podido realizar”.
A su vez, el Sucesor de Pedro ha remarcado que detrás de cada construcción hay historias humanas por descubrir, “hombres y mujeres unidos entre sí en una comunidad; de ciudadanos comprometidos con su país; de madres y padres preocupados por sus familias; de profesionales y trabajadores de todo tipo y grado, implicados sinceramente en sus diversos roles y tareas”, ha indicado.
Un mensaje que, alerta el Papa, “la imponencia de nuestros proyectos” puede hacernos olvidar, “engañándonos al pensar que podemos ser los autores de nosotros mismos, de nuestra riqueza, de nuestro bienestar, de nuestra felicidad; sin embargo, al final la vida acaba por devolvernos a la única realidad, la de que sin amor no somos nada”, ha manifestado.
En su alocución, el Papa insta a los católicos de Singapur a no olvidar que “más allá de lo maravillados que nos sentimos ante las obras creadas por el hombre”, por encima están “los hermanos y hermanas que encontramos cada día en nuestro camino, sin preferencias ni diferencias. Testimonio de ello lo dan la sociedad y la Iglesia de Singapur, étnicamente tan diversas y, sin embargo, tan unidas y solidarias”, ha revelado.
"la inversión más rentable a los ojos de Dios somos nosotros"
En una de las grandes potencias económicas del mundo como Singapur, Francisco ha recordado también que “el edificio más hermoso, el tesoro más precioso, la inversión más rentable a los ojos de Dios somos nosotros, hijos amados de un mismo Padre, llamados a su vez a difundir el amor”.
“La caridad es dulce al respetar la vulnerabilidad de los débiles, es providente al conocer y acompañar a los que se sienten inseguros en el camino de la vida, es magnánima y benevolente al perdonar más allá de todo cálculo y medida”, resalta.
En este punto, el Santo Padre ha continuado su homilía haciendo referencia a la manera en la que Dios quiere que actuemos, respondiendo con generosidad “a las necesidades de los pobres, se caracteriza por la piedad hacia los que sufren, está dispuesto a ofrecer hospitalidad, es fiel en los momentos difíciles, está siempre dispuesto a perdonar, a esperar, hasta el punto de corresponder con una bendición a una blasfemia, esta es la esencia del Evangelio”, ha subrayado Francisco, haciendo referencia a las palabras de Juan Pablo II en la visita realizada a Singapur durante su Pontificado.
El elogio del Papa Francisco a la Virgen, el día del Dulce Nombre de María
Al final de la homilía, el Papa ha elogiado a la Virgen María, cuyo Dulce Nombre se celebra este 13 de septiembre. “¡A cuántas personas su apoyo y su presencia han dado y siguen dando esperanza!, ¡en cuántos labios su nombre ha aparecido y aparece en momentos de alegría y de dolor! Y esto sucede porque en ella vemos el amor del Padre manifestado en una de las formas más bellas y totales: la de la ternura de una madre, que todo lo comprende y perdona, y que nunca nos abandona. Por eso nos encomendamos a ella”, ha pedido.