¿Son los jóvenes de hoy capaces de "dejar huella"?: descubre la campaña por la Jornada por las Vocaciones

Esta jornada quiere dar voz dar voz a personas que con su 'sí' al Señor en diversos caminos vocacionales han dejado huellas en otros

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Sara de la Torre

Publicado el - Actualizado

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Suscitar en todos los jóvenes la pregunta por su vocación; y para invitar a toda la comunidad cristiana a orar y acompañar las vocaciones que la Iglesia necesita en nuestro mundo”. Ese es el objetivo de esta doble campaña de “oración” por las Vocaciones y por las Vocaciones Nativas.

Tal y como ha explicado Sergio Requena, el director del secretariado de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, el 8 de mayo, "domingo del Buen Pastor", la Iglesia en España celebra dos Jornadas vocacionales de forma conjunta. “Para ello, además de la oración, nos unimos en esta preocupación de las vocaciones, y además de la Conferencia Episcopal Española (CEE), se suman la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS), y Obras Misionales Pontificias (OMP).

Para que los jóvenes se abran a la llamada de Dios y le respondan con generosidad, “siendo para los demás desde una familia, un trabajo o una consagración especial”, ha explicado Requena. “Nos preocupa y nos cuestiona la huella que estamos dejando”, ha subrayado a la hora de hablar del número de las vocaciones. “Tenemos que ser coherentes con nuestro testimonio y ese quizá es el camino para alentar a las vocaciones”.

La jornada invita también a levantar la vista, y rezar por los muchos jóvenes que están siendo llamados por Dios a seguirle en los territorios de misión: las vocaciones nativas. Con esta Jornada, la Iglesia invita a rezar por ellos, para que asuman el relevo de los misioneros, y mantengan viva la llama del Evangelio en sus países y culturas. Y además, se pide la colaboración económica, para que ninguna de esas vocaciones se pierda por falta de medios.

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Las necesidad de vocaciones "propias"

De esta forma, José María Calderón, director nacional de OMP, ha pedido que esta doble jornada conciencie “de la necesidad de la Iglesia para ser capaz de promover sus propias vocaciones también en tierras de misión”, para que sean los mismos nativos que conocen la cultura, lengua y tradiciones sean los que “se queden”. “No podemos dejar que ninguna vocación se pierda, porque os misioneros se incorporan en la Iglesia de allí, siendo constructores de esa red de primeros evangelizadores transmitiendo el amor a Jesucristo. Una vez que han construido, se van, porque están disponibles para implantar a la Iglesia de nuevo en otras obras. Por eso son tan importantes esas vocaciones nativas que continúen acompañando en aquellos lugares”.

Su presencia, ha destacado, “es apremiante porque en la actualidad un sacerdote en las misiones atiende al doble de personas que la media universal”. Esta es su llamada: “Deja tu huella, sé testigo. ¿Podrá contar contigo?”

Vocaciones que dejan huella

Durante la presentación, cuatro testimonios aportaron su “huella”. Manuel Jesús Madueño Moreno, de la Orden de Hermanos Menores, de Córdoba es coordinador de Pastoral Juvenil de su Provincia franciscana.

“A mí mi huella me la dejaron los frailes franciscanos, con quienes estudié y que despertaron desde mi infancia” ese deseo de “algo más”. No por ser pequeños “hay que desechar estos sueños, los sueños de Dios que llegan en cualquier momento y pese a que no estén exentos de dificultades. Lo importante es saber que Dios nos quiere, con todo lo que somos, y que seamos capaces de dejar no nuestra huella, sino la huella de Cristo a nuestros contemporáneos”.

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Por su parte, Inmaculada Fernández, miembro del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote. En Orcasitas (Madrid) atendía a los niños de otros países (latinoamericanos, Este de Europa y China) para equipararlos a los de España en su nivel académico. “Me llamo Inmaculada por el amor que mi madre tenía a la Virgen y de la misma forma «sierva» por esa misión que tiene Dios preparada para mi: Una misión en el mundo y desde el mundo, revelando su rostro en el corazón de cada ser humano. Ser seglar consagrada es vivir en medio del mundo para sumar en el bien. Un camino en la unidad dentro de la diversidad. Doy gracias por el don de la vocación, que no es merecido pero si muy agradecido”.

Daniel Navarro Berrios, diácono de la diócesis de Getafe, de 25 años. Actualmente colabora en la parroquia Virgen del Carmen de Móstoles. Tras la JMJ surgió una inquietud en su corazón “un anhelo de entregarse totalmente a Él y dar la vida por la Iglesia”. Esta es la primera huella “que Dios ha dejado en mi vida, la de su amor incondicional que ha cautivado mi corazón. La entrega del amor de mi familia, que es la primera célula de la sociedad que nos muestra el amor de Dios hecho vida cotidiana”.

La hermana Justina Banda, pertenece a las Misioneras Hijas del Calvario. Es de Zimbabue. Allí trabajaban misioneros y misioneras españoles desde 1950. Justina vio en aquellas hermanas un amor hacia aquellos pueblos y sus gentes que despertó en ella el anhelo de ayudar. “Nosotras estamos en los calvarios del mundo y acompañamos a enfermos de sida y a niños que han perdido a sus padres”. Ese testimonio que dejó huella en su infancia se ha multiplicado ahora y reconoce que en su país “muchas tribus han sobrevivido gracias a la ayuda de estos misioneros, que llegan allí sin esperar nada a cambio y que alientan a esas vocaciones tan necesarias para que el mundo conozca a Cristo”.

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