Adviento con Santa Teresa de Jesús; II Jueves de Adviento (11-12-2014), por Ángel Moreno de Buenafuente
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Adviento con Santa Teresa de Jesús; II Jueves de Adviento (11-12-2014), por Ángel Moreno de Buenafuente
La liturgia de la Palabra del II Jueves de Adviento es Is 41, 13-20; Sal 144; Mt 11, 11-15
El yermo florido
Si las imágenes de los curados y restablecidos por la entrañable bondad de Dios señalan el tiempo de la manifestación plena del Señor, las que nos muestran el yermo y la estepa hechos manantial y el desierto convertido en bosque, no son menos significativas respecto a la nueva creación que se augura con la venida del Salvador.
Observa la profecía. Curiosamente se citan seis árboles: "Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos; plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos" (Is 41, ). Para ser perfecta la visión debería citar siete.
Durante el transcurso de los días hemos reparado en la evocación del tronco de Jesé, que floreció por generaciones bendecidas. Tanto el tocón, que es raíz del pueblo elegido, como la abundancia de árboles en el bosque, vienen a repoblar la estepa que siguió a la desobediencia de Adán.
El árbol que se erguirá como enseña de reparación total del jardín primero será la Cruz, para que se cumpla lo que se proclama en la liturgia: "El que venció en un árbol, en un árbol será vencido. "El que tenga oídos que escuche" (Mt 11, 15).
El árbol redentor
San Juan de la Cruz alude al manzano, donde pecó la humanidad, pero también afirma que allí, debajo del manzano, la misma humanidad fue desposada por el amor divino. Santa Teresa aclara: "Entiendo yo por el manzano el árbol de la Cruz" (Los "Conceptos del Amor de Dios 7, 8). Ella se refiere a la imagen del árbol redentor cuando escribe: "¡Cómo baja sus ramas este divino manzano, para que unas veces las coja el alma considerando sus grandezas y las muchedumbres de sus misericordias que ha usado con ella y que vea y goce del fruto que sacó Jesucristo Señor nuestro de su Pasión, regando este árbol con su sangre preciosa con tan admirable amor!" (Los "Conceptos del Amor de Dios" 5, 5).
El desierto, gracias a la Cruz, se vuelve jardín, y en él florecen las obras buenas de quienes por Jesús sirven a sus hermanos o se dedican a la contemplación. "? nunca dejan de obrar casi juntas Marta y María; porque en lo activo y que parece exterior, obra lo interior, y cuando las obras activas salen de esta raíz, son admirables y olorosísimas flores; porque proceden de este árbol de amor de Dios y por sólo El, sin ningún interés propio, y extiéndese el olor de estas flores para aprovechar a muchos, y es olor que dura, no pasa presto, sino que hace gran operación" (Los "Conceptos del Amor de Dios" 7, 3).