Adviento con Santa Teresa de Jesús, IV Miércoles de Adviento, 24-12-2014, por Ángel Moreno de Buenafuente

Adviento con Santa Teresa de Jesús, IV Miércoles de Adviento, 24-12-2014, por Ángel Moreno de Buenafuente

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Adviento con Santa Teresa de Jesús, IV Miércoles de Adviento, 24-12-2014, por Ángel Moreno de Buenafuente

La liturgia de la Palabra del IV Miércoles de Adviento es 2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16; Sal 88; Lc 1, 67-79

La luz del alba

Los profetas toman con frecuencia el lenguaje figurado, por el que es fácil describir el sentido amplio las promesas divinas. Dentro de las imágenes y figuras, la noche, la oscuridad, las tinieblas se invocan para describir circunstancias difíciles, momentos de prueba y hasta de infidelidad.

Al contrario, si se toman las imágenes del alba, del sol naciente, de la aurora, se desea expresar la proximidad de la bonanza, de la intervención providente favorable. Este día de Nochebuena la Palabra, tomando el cántico de Zacarías, anuncia: "Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto" (Lc 1, )

La luz, el sol, el lucero son referidos a Cristo, que viene acompañado de paz. "Te pondré en paz con todos tus enemigos" (2 Sam 7, ). Él tomará el sobrenombre de Príncipe de la paz. La Nochebuena es cantada como noche de paz, de luz. Hoy es el día sin noche, pues cuando la noche mediaba su carrera, y un silencio en calma lo envolvía todo, la Palabra de Dios se precipitó sobre la tierra y todo quedó inundado de luz.

Por el nacimiento de Jesús, se confirma el canto del salmista: "Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable" (Sal 88). Hoy se cumple las promesas, se sella la Alianza.

Albricias teresianas

El arrebatamiento viene con una sola noticia que Su Majestad da en lo muy íntimo del alma, con una velocidad que la parece que la arrebata a lo superior de ella, que, a su parecer, se le va del cuerpo; y así es menester ánimo a los principios para entregarse en los brazos del Señor, llévela a do quiere.

¿cómo entiendo y me afirmo con más claridad que está cabe mí que si lo viese? Porque parecer que es como una persona que está a oscuras, que no ve a otra que está cabe ella, o si es ciega, no va bien. Alguna semejanza tiene, mas no mucha, porque siente con los sentidos, o la oye hablar o menear, o la toca. Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa por una noticia al alma más clara que el sol. No digo que se ve sol ni claridad, sino una luz que, sin ver luz, alumbra el entendimiento, para que goce el alma de tan gran bien. Trae consigo grandes bienes.

Acá sí, que sin verse, se imprime con una noticia tan clara que no parece se puede dudar; que quiere el Señor esté tan esculpido en el entendimiento, que no se puede dudar más que lo que se ve, ni tanto. Porque en esto algunas veces nos queda sospecha, si se nos antojó; acá, aunque de presto dé esta sospecha, queda por una parte gran certidumbre que no tiene fuerza la duda.