Lectio Divina para el Martes Santo, por Ángel Moreno de Buenafuente

Lectio Divina para el Martes Santo, por Ángel Moreno de Buenafuente

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lectio Divina para el Martes Santo, por Ángel Moreno de Buena fuente

Liturgia de la Palabra (Is 49, 1-6; Sal 70; Jn 13, 21-33.36-38)

Lectura

"Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso"." (Is 49, 1-3)

-"Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificara en sí mismo: pronto lo glorificará" (Jn 13, 31-32)

Meditación

Nos fijamos en las expresiones más positivas de los textos que hoy se proclaman en la liturgia, sin eludir por ello el momento dramático al que nos acercamos y del que se hacen eco los pasajes bíblicos de este día.

Con el deseo de acompañar a Jesús en los momentos más recios de su vida, traemos a la memoria la declaración de amor que Dios hizo al profeta, y que puede muy bien aplicarse al Hijo amado.

Las expresiones paradójicas de Jesús de invocar el momento de la gloria cuando soplan aires de traición, confirman de dónde recibe fuerza el Señor: de la certeza del amor de su Padre, y de su incondicional respuesta a su voluntad.

El clima entrañable del texto profético y la conciencia remecida de confianza hacen afrontar los momentos más difíciles desde una base diferente a lo que se puede interpretar como absoluta desgracia, fatalidad o mala suerte? Al contemplar cómo reacciona el Maestro ante la terrible decisión del discípulo, se nos permite intuir cuál es el secreto para poder percibir gloria cuando hay traición. Solo y exclusivamente la certeza del amor divino.

Si recibimos luz al escuchar las palabras de Jesús, en el momento de la deserción del discípulo, nos entristece y nos produce una confrontación muy dura el hecho de la infidelidad. No estamos exentos de pecado, y nos brota la súplica de la misericordia. El error más grave en el camino espiritual es no dejarse perdonar, echarse al barranco por creer que es irremediable la situación.

Puntos de reflexión

¿Eres capaz de agradecer el momento de la prueba?

En tu experiencia de debilidad, ¿te justificas, huyes, reconoces tu pobreza?

¿Te sientes amado por Dios por encima de todo?