En el mensaje, dirigido a Mons. Jean Marie Mupendawatu, secretario del Dicasterio, el Pontífice ha querido recordar al arzobispo Zygmunt Zimowski, expresidente del mismo Pontificio Consejo, fallecido en julio pasado.
Dirigiéndose a los expertos que participan en la Conferencia, el Papa resalta el "valor eminente" del ser humano afirmando que "toda persona, sobre todo aquella que sufre ? también debido a una enfermedad rara o descuidada ? merece sin indecisión todo esfuerzo para ser acogida, cuidada y, en lo posible, curada". El desafío es desmesurado, porque "implica responsabilidades y compromisos a escala global", "pero no imposible" – asegura – resaltando la necesidad de un "acercamiento integrado, no sólo de competencias sanitarias calificadas y diversificadas, sino también extra-sanitarias, para la planificación de estrategias operativas". El Pontífice recuerda entonces que "como base de toda iniciativa está ante todo una libre y valiente voluntad de bien, con la finalidad de resolver este importante problema de salud global: una real y verdadera "sabiduría del corazón". "Por tanto ? agrega ? junto con el estudio científico y técnico resultan cruciales la determinación y el testimonio de quien se pone en juego en las periferias no sólo existenciales sino también asistenciales del mundo, como con frecuencia es el caso de las enfermedades raras y descuidadas".
Francisco destaca que la Iglesia desde siempre está "presente en este campo y continuará en este comprometedor y exigente camino de cercanía y de acompañamiento al hombre que sufre". Y definiendo determinante la relación entre estas enfermedades y el ambiente pone "nuevamente el acento en la absoluta importancia del respeto y de la custodia de la creación, de nuestra casa común".
El Santo Padre llama también la atención sobre la prioridad para la Iglesia de "mantenerse dinámicamente en un estado de ?salida?, a fin de dar testimonio en lo concreto de la misericordia divina, haciéndose ?hospital de campo? para las personas marginadas, que viven en cada periferia existencial, socio-económica, sanitaria, ambiental y geográfica del mundo".
La última consideración del Papa tiene que ver con el tema de la justicia: "la consideración a escala social de este fenómeno sanitario ? asegura – reclama una clara instancia de justicia, en el sentido de dar a cada uno lo suyo. Es decir, el mismo acceso a los cuidados eficaces para las mismas necesidades de salud", independientemente de los contextos socio-económicos, geográficos y culturales diferentes. Esto, recuerda el Obispo de Roma, se refleja en los principios de sociabilidad, subsidiaridad y solidaridad que son la base de la Doctrina Social de la Iglesia.
(MCM-RV)