De cámara de vídeo a sacerdote: “Mi corazón siempre estuvo dispuesto a vivir la experiencia de Dios”

El peruano Eduardo Sayán fue ordenado a los 65 años: "Jamás me negué a vivir cerca de Dios, y esa experiencia fortaleció mi compromiso con Él"

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La historia del sacerdote

es más que curiosa. Tras haber pasado más de 25 años siendo cámara de vídeo de las Eucaristías oficiadas en la Catedral de Lima (Perú), que se emitían en Pax TV, decidió dejar la cámara de lado para ser protagonista. Ha concedido una entrevista a

, en la que cuenta cómo sintió la llamada del Señor para convertirse en cura a los 65 años de edad.

Sayán explica que “toda mi vida anduve cerca de Dios. Él me tomó de su mano. Me guió. La primera vez que me convocó para servirle, andaba con los últimos exámenes de la universidad, las prácticas deportivas, entre otras actividades que en la juventud le ponemos más atención. La segunda vez que sentí el llamado, llevaba adelante la dirección de un grupo de vida espiritual en la parroquia Virgen de la Medalla Milagrosa. Además de acompañar a los niños del puericultorio Pérez Aranibar. Mi corazón se había dejado llevar por su amor misericordioso todo el tiempo”.

Su respuesta afirmativa a ser sacerdote llegó con algo de demora, pero considera que “sin el acompañamiento de un guía espiritual, fue difícil discernir lo que mi corazón iba sintiendo. Sin embargo, Dios fue cimentando en mí con mayor fuerza mi -Sí- ya en la comunidad de Jesús y con el apoyo del padre Roberto. Cada una de las coberturas que realicé con cámara en mano, fueron motivo de inspiración para fortalecer mi fe, además del aprendizaje que recibí al servir en el altar como acólito”.

Al ser cuestionado sobre la sensación que vivió en su corazón al oficiar su primera misa, afirma que “mi corazón siempre estuvo dispuesto a vivir la experiencia de Dios. A lo largo de mi vida, Él supo hacerme notar su presencia. Hace 15 años que vivo bajo su providencia, abandoné mi vida totalmente a él y es su amor el que me mantiene listo para seguir sirviéndole. Esta primera misa que realicé es para mí un regalo de amor que recibí sin merecerlo”.

“No alcanzaba a comprender las maravillas del amor de Dios”

“Al principio me ilusionaba convertirme en el sacerdote de “mangas remangadas”, deseaba trabajar por los más desposeídos. Sin embargo, en la juventud mi ilusión no terminaba de seducirme por completo, pues no alcanzaba a comprender las maravillas del amor de Dios en acción a través del ministerio sacerdotal. Quizás debía pasar por estas experiencias para alcanzar a dar el Sí”.

Sayán cree que es necesario que la Iglesia vuelva la mirada a las personas adultas que se sienten llamados al sacerdocio. “En mi caso, jamás me negué a vivir cerca de Dios, y esa experiencia fortaleció mi compromiso con Él. Ahora pese a mi edad avanzada, mi compromiso sigue vivo. Ya sin cámara al hombro, hoy ando con el corazón a mil, sirviendo a quienes me necesitan en el altar para atender a tiempo completo las cosas de Dios”.

“Sean valientes y perseveren en la fe”

Por último el sacerdote expresa que “es bueno decirle Sí al Señor, cuando consideramos que es el momento preciso, más allá de las etapas de la vida. Pues aún en la edad adulta, me siento renovado con la presencia de Dios en mi vida y vivo una juventud plena. Y a aquellos jóvenes que sienten el llamado, les diría que sean valientes y perseveren en la fe”.