¿Cómo preparar "un corazón misionero" durante este tiempo de Cuaresma?

OMP lanza algunas pistas para comprometerse a la oración y vivir de una manera intensa el tiempo de Cuaresma

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Durante la Cuaresma, el Señor nos pide que preparemos nuestro corazón con la oración, el sacrificio y la limosna. Este año desde Obras Misionales Pontificias se ofrecen algunas pistas para hacerlo con un sentido misionero. Para ello lanzan una serie de preguntas: “¿Y si te comprometes a hacer una oración cada día por los misioneros, para que en las misiones muchos hombres conozcan a Cristo? ¿Y si te comprometes a hacer un sacrificio cada semana, ofreciéndolo para que otros puedan descubrir el amor del Señor? ¿Y si te propones hacer una pequeña limosna para las misiones, para que miles de niños puedan conocer a Jesus, o para apoyar las vocaciones sacerdotales y religiosas en los territorios de misión?”.

“Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ilumine”

En la audiencia de este miércoles el Papa Francisco decía: “Hoy, Miércoles de Ceniza, comenzamos la Cuaresma, en este tiempo de gracia invoquemos con frecuencia al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a dar testimonio de la primacía de Dios en nuestra vida. Dios que nos ama y nos consuela, venciendo toda desolación”. “Cuando Jesús dice a sus discípulos, y también a nosotros: ¡Id!, no comunica solo una palabra. No. Él comunica además al Espíritu Santo, porque solo gracias a Él, al Espíritu Santo, se puede recibir la misión de Cristo y llevarla adelante”. Es esa la fuerza que a aquellos “pescadores, en su mayoría analfabetos” los llevó “adelante a cambiar el mundo”. El anuncio del Evangelio “se realiza solo en la fuerza del Espíritu, que precede a los misioneros y prepara los corazones: Él es el motor de la evangelización”.

Por último, Francisco también recordó la invocación continua al Espíritu Santo que se descubre en los Hechos de los Apóstoles. Especialmente en un momento neurálgico de los inicios de la Iglesia, el concilio de Jerusalén. Al concluir aquel concilio se “comunican las decisiones finales, tomadas y escriben así: ‘del Espíritu Santo y de nosotros’ salió esto”. Los apóstoles, “juntos, sin dividirse, a pesar de tener sensibilidades y opiniones diferentes, escuchan al Espíritu”. De este modo “el Espíritu ilumina siempre el camino de la Iglesia. En efecto, no es solo la luz de los corazones, es la luz que orienta a la Iglesia: esclarece, ayuda a distinguir, ayuda a discernir”. Porque “la organización no basta: es el Espíritu quien da vida a la Iglesia. La Iglesia, si no le reza y no le invoca, se encierra en sí misma, en debates estériles y agotadores, en desgastantes polarizaciones, mientras se apaga la llama de la misión”.