El consejo de Luis Marín a los jóvenes para la Fase Continental del Sínodo: "Sean generosos, no tengan miedo"

El subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, en una conferencia virtual sobre Formación en la Sinodalidad: "La Iglesia no está para hacer imposiciones"

El consejo de Luis Marín a los jóvenes para la Fase Continental del Sínodo: "Sean generosos, no tengan miedo"

Redacción Religión

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Luis Marín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, ha participado en una conferencia virtual sobre Formación en la Sinodalidad, una actividad académica organizada por los formadores del Seminario San Carlos y San Marcelo de la archidiócesis peruana de Trujillo, de la cual es arzobispo Miguel Cabrejos, presidente del CELAM.

El arzobispo español recordó a los seminaristas y al público en general que al principio del proceso sinodal era recurrente la relación entre la palabra “Sínodo” y la instancia que congrega a los obispos, confusión que sirvió para explicar que el Sínodo debía entenderse como el método escogido para elevar los niveles de eficacia pastoral, y no como una reestructuración de la Iglesia: “En realidad ya estamos viviendo el Sínodo […] se trata de hacer una opción cristiana por la coherencia, teniendo presente que no hay sinodalidad si no se vive la eclesialidad”.

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El prelado subrayó además que en este camino “todos pueden participar porque somos la respuesta de Dios en este momento de la historia” y es algo que debe ocurrir desde el contexto comunitario, desde la Iglesia: “La coherencia con Cristo nos impulsa a la misión y no a la autocontemplación”.

Luis Marín afirmó que este proceso no está exento de obstáculos y pueden llegar problemas personales como el miedo o los egoísmos de los cristianos que se manifiestan en el hábito de no escuchar, no discernir la voz de Dios, lanzarse a dar opiniones: “Vamos a escuchar a ver que nos dice el Espíritu”. Asimismo, el arzobispo invitó a superar el deseo de hacer política o la tentación de criticar desde fuera sin ni siquiera haber participado: “Debemos estar atentos a escuchar para buscar consensos, porque la Iglesia no está para hacer imposiciones […] el verdadero criterio no es el poder, sino el servicio”.

El Sínodo no quiere destruir la Iglesia, sino todo lo contrario. Yo amo apasionadamente a la Iglesia y quiero ayudarla y servirla con todas mis fuerzas. El objetivo es vivir de forma coherente nuestra fe. Por eso resulta muy triste que a veces vendamos ideología y no Evangelio. De ahí la importancia de apelar al discernimiento comunitario, que debe ser siempre en el Espíritu Santo”, afirmó Luis Marín durante la conferencia vritual.

Tras los obstáculos en el proceso sinodal, Marín habló también de los aspectos positivos, entre las que destacó la notable participación de los laicos y la importancia de formarse en la sinodalidad: “Es el Señor quien llama a la puerta y espera una respuesta de nosotros desde la perspectiva espiritual. […] Así la oración dejará de vivirse como un evento para constituirse en un ámbito de conexión con Dios. Desde luego, este proceso nos llevará a hacer un discernimiento verdadero, capaz de cumplir la voluntad de Dios para el ahora”.

Ante esta necesidad de formación en la sinodalidad y de forma sinodal, Luis Marín propuso algunas claves formativas para valorar la riqueza del hogar, abandonando la condición de privilegio en laicos y consagrados. Dentro de las propuestas para la profundización teológica que acompañarían este tipo de formación en la sinodalidad, Monseñor Luis Marín insistió en caracterizar este tipo de formación para que se relacione con temas como la eclesiología del pueblo de Dios, la eclesiología de comunión, la perspectiva ecuménica, el diálogo interreligioso e intercultural y la vivencia de los sacramentos; así como la evangelización y la misión compartida.

Al cerrar su conferencia, Luis Marín habló sobre las características de la Fase Continental del Sínodo e invitó a los jóvenes a participar de lleno en el proceso al representar el presente y el futuro de la Iglesia: “Sean generosos, no tengan miedo, no busquen seguridades sino las que nos da Cristo. Sean acogedores e inclusivos, no repartan condenas, no excluyan a nadie, sean comunidad de amor. Comprométanse de verdad, no como personas domesticadas y acomodaticias, sino desde la radicalidad del Evangelio. Sean creativos; mejor que repetir ideas y conceptos, procuren ofrecer el testimonio de la propia vida. Recorran con entusiasmo el camino del Evangelio, impulsados por el Espíritu Santo que renueva y da vida. Otro mundo es posible: cámbienlo desde Cristo. No se conformen, no se resignen, vivan este tiempo de gracia, sin angustias, sin temores, con emoción, con alegría”.

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