La curiosa elección del apóstol que sustituyó a Judas Iscariote tras su muerte

Treinta monedas de plata. Es el precio que puso Judas a los miembros del Sanedrín a cambio de traicionar a Jesús. Arrepentido, se ahorcó en un árbol y fue elegido su sustituto

La curiosa elección del apóstol que sustituyó a Judas Iscariote tras su muerte

Redacción Religión

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Treinta monedas de plata. Es el precio que puso Judas Iscariote a los miembros del Sanedrín a cambio de traicionar a Jesús. Fue uno de los apóstoles de Cristo. Siguió al Mesías durante su predicación por Palestina, hasta que, según los Evangelios, reveló el lugar donde podrían tomarle preso sin que sus seguidores interfiriesen.

Fue el propio Judas quien dirigió a los guardias que arrestaron a Jesús y les indicó quién era besándole. Por ello, su figura se asocia a la traición pese a que, tras recibir su recompensa, se arrepintió de sus actos. De hecho, trató de devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas éstos, las arrojó en el templo. Luego, desesperado, se suicidó ahorcándose de un árbol.

En cualquier caso, a Jesús de Nazaret no le pilló la traición de su seguidor por sorpresa. Ya avanzó en la Última Cena que uno de sus discípulos le traicionaría, acercándose a Judas, a quien le dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes”. Una frase que dejó estupefacto al resto de discípulos que no entendían nada, mientras Iscariote abandonaba la cena.

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Judas, el apóstol que pensaba más en el dinero que en amar a Cristo

Pero antes de traicionar al Señor, Judas Iscariote ya apuntaba manera como figura interesada. Así lo revela el Evangelio de Juan, cuando recoge que el apóstol se aprovechaba de su encargo como tesorero del grupo de los Apóstoles, robando del fondo común.

Su 'amor' por el dinero se refleja en el episodio de la mujer que rompe el frasco de aceite de nardo para ungir a Jesús. Judas se enoja diciendo que se podía vender el aceite para sacar dinero para los pobres, pero Juan precisa que a Judas no le importaban los pobres sino el dinero del fondo común.

La leyenda medieval que explica la maldad de Judas Iscariote

A lo largo de los siglos, la animadversión popular hacia Judas fue creciendo. Prueba de ello es una vieja leyeda medieval, recogida por Jacobo de la Vorágine en su 'Leyenda dorada' en la que el apóstol, antes de traicionar a Cristo, comete pecados como el fraticidio, parricidio e incesto fruto del abandono de su madre, Ciborea, después de soñar que su hijo sería una amenaza para su propio padre, para Dios y para su pueblo.

Por esa razón, lo abandonó nada más nacer en una cesta, que arrojó al mar. La cesta fue a parar a la isla de Iscariote, y la reina del lugar, que no tenía hijos, adoptó al niño. Sin embargo, poco después quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Judas creció junto a este niño, su hermanastro, una criatura bondadosa a la que maltrataba continuamente. Finalmente, lo mató y huyó a Jerusalén, donde entró al servicio del gobernador de su patria, Pilatos, y, a petición de este, entró a robar manzanas en el jardín de su padre. Sorprendido in fraganti, mató al padre. Después, se casó con la viuda de este, es decir, con su propia madre. Tras averiguar su verdadera identidad, trató de expiar su culpa convirtiéndose en uno de los apóstoles de Cristo pero, lejos de redimirse, acabó por traicionarle.

Matías, el sustituto de Judas Iscariote

Tras la traición a Jesús, era el momento de sustituir a Judas como apóstol. El elegido fue Matías. Los Hechos de los Apóstoles afirman que acompañó al Salvador, desde el bautismo hasta la ascensión.

Cuando San Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los candidatos fueron José, llamado Barsabas y Matías.

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Lo echaron suertes, después de pedir iluminación al Espíritu Santo, y le tocó a Matías. De esta manera, se unió al grupo de los Doce Apóstoles . El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión. Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la insistencia con que predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar la sensualidad. Esta lección la había aprendido del mismo Jesucristo.

Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en Cólquida. Su cuerpo estuvo mucho tiempo en Jerusalén y que Santa Elena lo trasladó a Roma.

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