Declaración de los jesuitas de Eslovenia sobre los abusos del Padre Rupnik
«Creemos en la sinceridad de las monjas y otras víctimas», dicen antes de «pedir perdón» por «no haber sabido escuchar a las víctimas» ni «tomar las medidas adecuadas»
Declaración de los jesuitas de Eslovenia sobre los abusos del Padre Rupnik
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Mea culpa de los jesuitas de Eslovenia y sincera petición de perdón tras el escándalo protagonizado por uno de sus miembros, el conocido sacerdote Marco Ivan Rupnik, de 68 años. «Creemos en la sinceridad de las monjas y otras víctimas que han hablado sobre su sufrimiento y otras circunstancias relativas a abusos emocionales, sexuales y espirituales por parte de nuestro cohermano. Es evidente que, como Provincia, no hemos sabido escuchar a las víctimas en el pasado ni tomar las medidas adecuadas para aclarar las cosas y poner fin al sufrimiento. Aceptamos y comprendemos plenamente la indignación, la rabia y la frustración de las víctimas y sus seres queridos», dicen en una declaración elaborada tras su encuentro anual de finales de diciembre y que dieron a conocer el 6 de enero. En ella manifiestan estar «conmocionados por el escándalo».
El Padre Rupnik, como se recordará, saltó a la actualidad informativa el pasado mes de diciembre, tras hacerse público que había sido denunciado y sancionado canónicamente por abusos espirituales y físicos cometidos en la década de los noventa del pasado siglo en su Eslovenia natal. Algunas de las víctimas eran consagradas de la Comunidad Loyola de Liubliana, en la que Rupnik ejerció como confesor y director espiritual antes de trasladarse en 1993 a Roma, donde se dedicó a la faceta artística, alcanzando renombre mundial con sus célebres mosaicos, que adornan iglesias y santuarios en numerosos países.
«Pedimos sinceramente perdón a todos», dicen ahora los jesuitas eslovacos. «En primer lugar a las víctimas que en el pasado no han sido realmente escuchadas por las autoridades de la Compañía de Jesús. De manera especial, pedimos perdón a los miembros actuales y antiguos de la Comunidad de Loyola. Sus confesiones demuestran sin lugar a dudas que los dirigentes eclesiásticos competentes no tomaron las medidas adecuadas, lo que ha aumentado y prolongado el indecible sufrimiento de varias mujeres».
Marco Rupnik, el pasado 30 de noviembre, durante su investidura como doctor honoris causa por la Universidad Pontificia Católica de Paraná (Brasil).
«Que se sepa toda la verdad»
En su comunicado, los miembros de la provincia jesuita reconocen que no tienen «información directa» sobre el proceso, que «muchos hechos permanecen ocultos para nosotros» y que «nuestras posibilidades de acción son también limitadas». Los firmantes dicen asimismo que quieren «que se sepa toda la verdad para que se haga justicia a todos los implicados», e instan a «llegar al fondo del asunto». Para ello, piden a las víctimas que den un paso al frente y denuncien, comprometiéndose a apoyarlas y a colaborar con las instituciones.
«Tanto en la Iglesia como en la sociedad civil —explican al respecto—, las personas competentes sólo pueden actuar tras recibir información de las víctimas o de quienes conocen los hechos. Si el autor niega el delito, o si una víctima o testigo se niega a hablar, suele ser necesaria una investigación y un juicio para establecer la verdad. Comprendemos que a muchas víctimas les asuste un proceso largo y doloroso, por lo que las animamos aún más a participar en el procedimiento. Es nuestro sincero deseo que las víctimas y los testigos —así como otras personas que puedan estar implicadas— hablen; si no públicamente, al menos de forma confidencial ante las personas e instituciones competentes. Puede ponerse en contacto con varuh@sj.si (en Eslovenia) o teamreferente.dir@gmail.com (en Roma)».