El "detalle" del cardenal Pizzaballa

"Ofreciendo su vida por los más vulnerables no no para ser noticia, sino por amor a Dios"

ctv-a25-captura-de-pantalla-2023-10-18-a-las-163839

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Coraje, valentía, valor... Llama la atención que el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, se haya ofrecido al grupo terrorista Hamás para ser intercambiado por niños rehenes. Un arrojo "sin yema ni clara" que expresa y muestra el amor cristiano sin edulcorante, sentimentalismo o meme de pray for.

La vida por el otro se puede dar a lo grande. Como la dio Kolbe en el campo de concentración nazi, como la dio Chiara Corbella en la cama de un hospital, como la dio Isa Solá en Haití o como la dio David Beriain en Burkina Faso al regresar a por su amigo herido en vez de huir. Para eso parece que hay que estar en otra liga, en un nivel superior. Probablemente hay que estarlo y a mí se me escapa y no soy capaz de disputar esos partidos de Champions, ni siquiera los de categoría juvenil. Pero además de en las grandes ligas, cada día podemos dar la vida por el otro en el pequeño detalle y esto me lo demostró una vez Pizzaballa.

“Devo vestirmi come un cavallo

Hace unos años tuve ocasión de gestionar en Madrid unas entrevistas con el que entonces era administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén. Tiempo antes de iniciar el encuentro con la prensa fui a buscarle, algo inquieto por el cargo que ostentaba, a su alojamiento. Al encontrarnos, él iba vestido con pantalón, camisa y alzacuellos. Le indiqué que los periodistas esperaban y me respondió sorprendido porque pensaba que la cita era más tarde. Me miró sonriendo y me pidió que esperase unos minutos porque "devo vestirmi come un cavallo". Es decir, ponerse la sotana, el solideo y el fajín.

No sé si romper el estereotipo de las apariencias que engañan siempre y ser normal y natural hace ascender hacia una liga superior pero a mí aquel día Pizzaballa me ganó. No con grandes palabras, ni con discursos teológicos elevados, ni oraciones dignas de padres de la Iglesia. Solo con una broma imborrable que calmó mi jornada. Lo que hace ahora Pizzaballa ofreciendo su vida por los más vulnerables no es para que le den el premio sueco de la paz, ni para ser noticia en el telediario, ni para ser tendencia en las redes digitales tejidas muchas veces en el infierno... No lo hace para nada, lo hace por amor a Dios. Y ahí está el detalle.