Fadi Najjar, sacerdote melquita de Siria: «He estado dos o tres años duchándome con agua fría en un barreño»
El presbítero está en España para participar en la campaña de Ayuda a la Iglesia Necesitada «Guerra olvidada. Enciende tu luz por Siria»
Fadi Najjar, sacerdote melquita de Siria: «He estado dos o tres años duchándome con agua fría en un barreño»
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Pero, ¿sigue habiendo guerra en Siria? Responde Fadi Najjar, sacerdote greco-católico melquita de Alepo, la mayor ciudad del norte de ese país en la que en 2011, antes del inicio del conflicto armado, vivían más de cuatro millones de personas: «Sí, tenemos guerra. Y es una guerra olvidada y dura porque los medios de comunicación no reflejan lo que está pasando. En el norte de Siria todavía hay combates. Y los cristianos los vivimos con mucho sufrimiento. La mayoría de la población sufre una pobreza dura».
El Padre Fadi tiene 40 años y es el párroco de la iglesia de San Miguel, cuya comunidad la integran unas 200 familias. Dirige, además, el colegio Al-Inaya de Alepo, donde se forman 300 alumnos, y es el responsable de la Juventud Estudiantil Cristiana en Siria. Estos días se encuentra en España para participar en la campaña de Navidad de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), que, como ya ocurriera en 2018, la organización que fundara el premostratense holandés Werenfried van Straaten («Padre Tocino») dedica a este atribulado país de Oriente Medio. «Guerra olvidada. Enciende tu luz por Siria» es el lema de la misma.
ACN no se olvida de Siria. Desde el inicio de la guerra hace ya doce años, tras las revueltas de las Primaveras Árabes, la fundación pontificia ha financiado allí 1.237 proyectos. El 80% de ellos —explica su director en España, Javier Menéndez-Ros—«proyectos de emergencia», algo «excepcional» porque lo habitual es la dotación económica de proyectos pastorales.
Un conflicto olvidado
La guerra siria, en efecto, ha desaparecido del mapa mediático. Esta misma semana un informe impulsado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Valencia y la Unión de Periodistas concluía que más del 87% de las noticias sobre conflictos bélicos eran ahora sobre la guerra en Ucrania. «No todas las guerras son iguales para los medios: mientras que para Ucrania ha habido 883.956 piezas sobre la guerra y los refugiados, en el caso de Siria en sus primeros ocho meses de conflicto hubo 83.110», se dice en ese trabajo, del que informa Europa Press.
En Siria ya no hay una guerra abierta, pero sigue habiendo dos zonas en los que los combates siguen estando presentes: una, en la parte oriental, donde la población kurda es bombardeada por el ejército turco; y la otra, en la noroccidental, en la zona de Alepo precisamente. El principal peligro para la población, en cualquier caso, ya no son las bombas sino el frío, el hambre y la extendida pobreza. Sin luz garantizada —hay ocho horas de suministro como media, menos en algunas zonas—, escasez de combustible para poder calentarse y una hiperinflación desatada, los sirios lo está pasando muy mal. Su sueldo medio es de solo treinta euros y, a modo de ejemplo, solo la compra de 3,7 litros de leche infantil cuesta ya 37. «Nosotros, los adultos, podemos pasar sin carne, pero un niño no puede sobrevivir sin leche», subraya el P. Fadi.
Por si fuera poco, la insalubridad del agua en algunas zonas ha hecho que se haya desatado un brote de cólera que desde septiembre hasta ahora ha causado ya la muerte de 49 personas. Según la agencia estatal de noticias SANA, 987 de los 1.600 casos detectados hasta ahora se han producido en la provincia de Alepo. «Parece que por el momento el brote está controlado», tranquiliza el sacerdote. «También hay cólera en el Líbano. Está afectando mucho a la gente mayor, a causa del agua sucia», añade.
Proyecto «Gota de Leche»
Con un 90% de la población, por tanto, bajo el umbral de la pobreza, muchas familias dependen de la caridad de la Iglesia para sobrevivir. ACN tiene en marcha en el país 130 proyectos, en su gran mayoría de emergencia y subsistencia. Desde alquileres para familias y ayudas para electricidad y calefacción, a asistencia sanitaria (la mitad de los hospitales han sido destruidos y el precio de los medicamentos ha subido un 60%), o reparto de ropa de abrigo, alimentos y bienes de primera necesidad. Uno de los más emblemáticos es el llamado «Gota de leche», con el que se distribuye mensualmente leche para niños de hasta diez años y que ha permitido ayudar ya a 3.000 menores. «La gente no puede comprar leche porque es muy cara. Solo para leche tendrían que dedicar un tercio de su salario. Así que mensualmente distribuimos leche para los niños de las comunidades cristianas de Alepo. Desde que el niño nace y hasta los seis meses, cada familia dispone de ocho cajas de leche en polvo; y luego, hasta que cumple un año o año y medio, tiene otra ayuda», explica el P. Fadi.
El Padre Fadi Najjar y Javier Menéndez-Ros, director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España.
La carestía de la vida está ocasionando algunos disturbios. El pasado domingo, sin ir más lejos, las protestas por la subida del precio del combustible en la localidad de Sweida, al suroeste del país, se saldaron con dos muertos y 18 heridos en el asalto a la sede de la gobernación y a una comisaria de policía.
Éxodo de población y mengua del número de cristianos
Antes del inicio de la guerra, Siria tenía 17 millones de habitantes y era un modelo de convivencia interreligiosa. En estos doce años de conflicto armado se ha producido un éxodo de más de seis millones de personas a otros países y otros tantos desplazados internos. En 2011, los cristianos eran 1,5 millones, hoy apenas quedan 400.000 y su número sigue decreciendo.
«Si no ayudamos a nuestros jóvenes, en cuatro, cinco o seis años no quedará ningún cristiano en Siria», lamenta el P. Fadi. «Yo no tengo ningún problema con la cantidad: el cristianismo empezó con doce discípulos. Pero si no mantenemos la fe estaremos en peligro», añade.
¿Ha tenido alguna vez la tentación de abandonar siria?, le preguntan los periodistas. El sacerdote responde rotundo. «En 2012 dije en un encuentro con más de 700 jóvenes universitarios que yo no dejaría el país mientras hubiese un solo cristiano en esta tierra. (…) La mayoría de sacerdotes, obispos monjas no han dejado el país y hemos estado cerca de la gente. (…) Yo me he estado bañando con agua fría durante varios años porque no había electricidad ni gasolina. A mí me impulsa mi fe».